Nada hay en este mundo más ajeno al socialismo que la privatización de las ideas: la propiedad intelectual. ¿Qué puede ser más socialista que pensar que las ideas pertenecen a todos por igual, a los que las desarrollan, a los que las enseñan, a los que las aprenden, a los que viven de ellas cotidianamente? El socialismo del siglo XXI debe ser el socialismo cognitivo, aquel que propugna la libertad de todo ser humano de aprender todo aquello que considere oportuno sin más límite que su interés personal y su capacidad intelectual; de la misma forma dirá que el hombre es libre de ganarse el pan de cada día con todo aquel conocimiento que sea capaz de desarrollar por sí mismo o aprender de los demás. Ambos preceptos son fundamento primero en que basar las propuestas socialistas para este siglo, pues son estos preceptos la última defensa que resta: si privatizamos los conocimientos, ¿qué queda de común a los hombres? ¿Queda algo que nos una? Si no somos libres de aprender, de tomar conciencia de las cosas, de ganarnos el sustento con aquellos conocimientos que seamos capaces de desarrollar o aprender, ¿de qué sociedad hablamos? ¿Qué libertad nos queda? Si ni tan siquiera podemos decir que somos dueños de nuestra conciencia no somos hombres libres, sino esclavos, y seremos esclavos desde la cuna hasta el último día de nuestra existencia. La simonía es una maniobra gigantesca de expropiación que arroja toda idea de hermandad a lo más profundo de la sentina social. Unos serán los amos del conocimiento, otros pensarán y recibirán como pago por sus servicios las sobras de la mesa de los nuevos señores feudales, el resto -misérrima expresión de aquel excelso ciudadano ilustrado de la república- se arrastrará indefenso y aterrorizado por inculto.
Si el capitalismo industrial evoluciona hacia el simonismo, el socialismo materialista debe evolucionar hacia el socialismo cognitivo, constituyéndose en enemigo de los intentos de expropiar a los pueblos de sus bienes comunes, de aquellos bienes que pertenecen a todos los seres humanos, los que fueron, los que somos y los que serán. El patrimonio universal, el tesoro de la República del Saber es la suma de todos los conocimientos existentes en las mentes de sus ciudadanos. Tales sillares forman el último edificio que da cobijo a ricos y pobres por igual. La propiedad privada de los excedentes dejó fuera a muchos, la apropiación de los bienes de producción arrojó a la calle a una gran mayoría, la expropiación de los conocimientos es el tercer estadio histórico del proceso privatizador. En nuestros días acontece y es momento de actuar. Aún no es demasiado tarde. Si las formas de explotación derivan, el socialismo debe revolver sus posiciones, situarse en un nuevo frente de batalla, no ya sólo como aquél que postula la inconveniencia de la privatización de los bienes de producción que conlleva el dominio de la subestructura social, sino aquel que lucha contra la privatización de la superestructura, los sistemas de producción social del conocimiento, -las mentes, único ente productor y sustentador de ideas- que promueve el simonismo y que deja a las clases trabajadoras como cáscaras vacías sin ser dueñas, ahora, ni de los mismos pensamientos que desarrollan.
Lo he dicho mil veces y lo diré otras mil: no salgo de mi asombro ante tanta pasividad intelectual. ¿Cómo es posible que cuestiones tan elementales pasen desapercibidas a nosotros, los socialistas? Son elementales, pues un examen somero nos desvela el contenido e intención de las propuestas simonitas, pero si es increíble su sencillez, clama al cielo nuestra indiferencia ante la gravedad de los hechos. ¿A qué se debe este monumental despiste?
En una etapa de carestía de ideas - la mayoría opina que el socialismo nada más tiene que decir - se abre ante nuestros ojos un campo inconmensurable de lucha por la igualdad y los Derechos Humanos. ¿Cómo que el socialismo no tiene nada nuevo que decir? Jamás a tenido tanto que decir, pues jamás ha sido tan colosal y perversa la apropiación ilegítima. Escuchad, no se trata de que nos quiten el pan, se trata de que nos roben nuestras propias almas y nuestro derecho a trabajar como mejor sepamos. ¿Cómo es posible que a nadie le importe?
La propiedad intelectual es la falacia más descomunal y descarada desde que en los años oscuros algunos clérigos impostores vendieran los perdones celestiales de su dios a cambio de unas míseras monedas terrenales. Ahora el fraude no es un hecho vergonzoso y aislado, sino todo un sistema de enriquecimiento mezquino que amenaza con aprisionar a toda la humanidad en un callejón sin salida. El capitalismo industrial es monstruoso, y la socialdemocracia minora en gran medida sus excesos; el simonismo es, si cabe, peor, pues nos priva del mismo derecho a poseer nuestras almas, pero la socialdemocracia se suma al asalto de la rex publica inconsciente del error que comete abandonando a millones de seres humanos a su suerte.
Pensadlo un momento, las intuiciones se irán haciendo fuertes: ¿cómo que las ideas pueden ser propiedad privada?, ¿cómo que es lícito limitar el derecho a tomar conciencia del universo?, ¿cómo va a ser legítimo que alguien obtenga el monopolio sobre un objeto industrial alegando que el conocimiento que contiene, o que lo comprende, es propiedad privada?, ¿cómo puede ser congruente negar el derecho a competir en un sistema que basa su presunta y presuntuosa legitimidad en la libre competencia? Todo es mentira, se trata de que algunos se enriquezcan con facilidad eliminando la competencia. No es otra cosa. Vergüenza para aquellos que afirman defender la cultura y proteger a los sabios, ellos son los simonitas, comerciantes de ideas y de almas, y los estúpidos irresponsables que les hacen el trabajo sucio son sus marionetas, dictando leyes que alejan a los pueblos de la luz de las ideas. Y vosotros, los sabios, ¿cuándo comprenderéis que con cada moneda recibida os alejáis de aquellos que debierais defender? La simonía os separa del pueblo. Los simonitas desquebrajan la sociedad, pulverizando los intereses que os unen a todos aquellos que no disponen de la oportunidad de aprender. Usan vuestra sabiduría como infecta mercancía y calláis con la bolsa escondida con vergüenza entre los pliegues de la túnica. Sois la carne de legitimación del latrocinio. Sumaos a esos pocos que ya se revelan por que ya os señalan las propias derechas simonitas como culpables.
Vosotros, socialistas, no cejéis en vuestro intento de acercaros, las intuiciones se transformarán en ideas claras y vigorosas, lo oculto aparecerá a vuestros ojos bajo la luz de la lógica y la seguridad de la prueba incontestable. Otorgadme el beneficio de la duda, otorgaros el derecho a dudar. ¿Y si resulta que tengo razón? ¿Y si resulta que las alternativas que defiendo para recompensar el trabajo de los intelectuales son mucho más justas que la divina propiedad intelectual? ¿Y si tenemos la solución a tanta injusticia delante de nuestras propias narices? Os ruego con humildad que me escuchéis: dedicadle unos minutos. Y todo lo que penséis será vuestra propiedad, tanto como la mía y la mía tanto como la vuestra. En la fluidez del conocimiento nos encontraremos como hermanos. He aquí la fuerza del socialismo del siglo XXI. ¿Si no compartimos las ideas como vamos a compartir el pan? ¿Acaso nos hemos vuelto locos? Os aseguro que la propiedad intelectual es la propuesta más estúpida, egoísta y autodestructiva de toda la historia del hombre. Comprendedlo y entonces contemplaréis al rey desnudo y uniréis vuestra risa, y vuestro llanto, a éste que implora a todos y a quien nadie escucha. Y si es vuestro deseo, éstas, nuestras ideas, se desarrollarán, se multiplicarán y elevarán y recorrerán el mundo como un nuevo espíritu azote del simonismo. Ese espíritu de justicia es el nuevo socialismo y es propiedad de todos. Por ahora.
Carlos Raya de Blas
Si el capitalismo industrial evoluciona hacia el simonismo, el socialismo materialista debe evolucionar hacia el socialismo cognitivo, constituyéndose en enemigo de los intentos de expropiar a los pueblos de sus bienes comunes, de aquellos bienes que pertenecen a todos los seres humanos, los que fueron, los que somos y los que serán. El patrimonio universal, el tesoro de la República del Saber es la suma de todos los conocimientos existentes en las mentes de sus ciudadanos. Tales sillares forman el último edificio que da cobijo a ricos y pobres por igual. La propiedad privada de los excedentes dejó fuera a muchos, la apropiación de los bienes de producción arrojó a la calle a una gran mayoría, la expropiación de los conocimientos es el tercer estadio histórico del proceso privatizador. En nuestros días acontece y es momento de actuar. Aún no es demasiado tarde. Si las formas de explotación derivan, el socialismo debe revolver sus posiciones, situarse en un nuevo frente de batalla, no ya sólo como aquél que postula la inconveniencia de la privatización de los bienes de producción que conlleva el dominio de la subestructura social, sino aquel que lucha contra la privatización de la superestructura, los sistemas de producción social del conocimiento, -las mentes, único ente productor y sustentador de ideas- que promueve el simonismo y que deja a las clases trabajadoras como cáscaras vacías sin ser dueñas, ahora, ni de los mismos pensamientos que desarrollan.
Lo he dicho mil veces y lo diré otras mil: no salgo de mi asombro ante tanta pasividad intelectual. ¿Cómo es posible que cuestiones tan elementales pasen desapercibidas a nosotros, los socialistas? Son elementales, pues un examen somero nos desvela el contenido e intención de las propuestas simonitas, pero si es increíble su sencillez, clama al cielo nuestra indiferencia ante la gravedad de los hechos. ¿A qué se debe este monumental despiste?
En una etapa de carestía de ideas - la mayoría opina que el socialismo nada más tiene que decir - se abre ante nuestros ojos un campo inconmensurable de lucha por la igualdad y los Derechos Humanos. ¿Cómo que el socialismo no tiene nada nuevo que decir? Jamás a tenido tanto que decir, pues jamás ha sido tan colosal y perversa la apropiación ilegítima. Escuchad, no se trata de que nos quiten el pan, se trata de que nos roben nuestras propias almas y nuestro derecho a trabajar como mejor sepamos. ¿Cómo es posible que a nadie le importe?
La propiedad intelectual es la falacia más descomunal y descarada desde que en los años oscuros algunos clérigos impostores vendieran los perdones celestiales de su dios a cambio de unas míseras monedas terrenales. Ahora el fraude no es un hecho vergonzoso y aislado, sino todo un sistema de enriquecimiento mezquino que amenaza con aprisionar a toda la humanidad en un callejón sin salida. El capitalismo industrial es monstruoso, y la socialdemocracia minora en gran medida sus excesos; el simonismo es, si cabe, peor, pues nos priva del mismo derecho a poseer nuestras almas, pero la socialdemocracia se suma al asalto de la rex publica inconsciente del error que comete abandonando a millones de seres humanos a su suerte.
Pensadlo un momento, las intuiciones se irán haciendo fuertes: ¿cómo que las ideas pueden ser propiedad privada?, ¿cómo que es lícito limitar el derecho a tomar conciencia del universo?, ¿cómo va a ser legítimo que alguien obtenga el monopolio sobre un objeto industrial alegando que el conocimiento que contiene, o que lo comprende, es propiedad privada?, ¿cómo puede ser congruente negar el derecho a competir en un sistema que basa su presunta y presuntuosa legitimidad en la libre competencia? Todo es mentira, se trata de que algunos se enriquezcan con facilidad eliminando la competencia. No es otra cosa. Vergüenza para aquellos que afirman defender la cultura y proteger a los sabios, ellos son los simonitas, comerciantes de ideas y de almas, y los estúpidos irresponsables que les hacen el trabajo sucio son sus marionetas, dictando leyes que alejan a los pueblos de la luz de las ideas. Y vosotros, los sabios, ¿cuándo comprenderéis que con cada moneda recibida os alejáis de aquellos que debierais defender? La simonía os separa del pueblo. Los simonitas desquebrajan la sociedad, pulverizando los intereses que os unen a todos aquellos que no disponen de la oportunidad de aprender. Usan vuestra sabiduría como infecta mercancía y calláis con la bolsa escondida con vergüenza entre los pliegues de la túnica. Sois la carne de legitimación del latrocinio. Sumaos a esos pocos que ya se revelan por que ya os señalan las propias derechas simonitas como culpables.
Vosotros, socialistas, no cejéis en vuestro intento de acercaros, las intuiciones se transformarán en ideas claras y vigorosas, lo oculto aparecerá a vuestros ojos bajo la luz de la lógica y la seguridad de la prueba incontestable. Otorgadme el beneficio de la duda, otorgaros el derecho a dudar. ¿Y si resulta que tengo razón? ¿Y si resulta que las alternativas que defiendo para recompensar el trabajo de los intelectuales son mucho más justas que la divina propiedad intelectual? ¿Y si tenemos la solución a tanta injusticia delante de nuestras propias narices? Os ruego con humildad que me escuchéis: dedicadle unos minutos. Y todo lo que penséis será vuestra propiedad, tanto como la mía y la mía tanto como la vuestra. En la fluidez del conocimiento nos encontraremos como hermanos. He aquí la fuerza del socialismo del siglo XXI. ¿Si no compartimos las ideas como vamos a compartir el pan? ¿Acaso nos hemos vuelto locos? Os aseguro que la propiedad intelectual es la propuesta más estúpida, egoísta y autodestructiva de toda la historia del hombre. Comprendedlo y entonces contemplaréis al rey desnudo y uniréis vuestra risa, y vuestro llanto, a éste que implora a todos y a quien nadie escucha. Y si es vuestro deseo, éstas, nuestras ideas, se desarrollarán, se multiplicarán y elevarán y recorrerán el mundo como un nuevo espíritu azote del simonismo. Ese espíritu de justicia es el nuevo socialismo y es propiedad de todos. Por ahora.
Carlos Raya de Blas
17 comentarios:
Carlos:
Como se decía en otro comentario anterior, creo que la clave para saber la relevancia que tiene lo que denominas "capitalismo simoníaco" es cuantificar el peso relativo de las rentas de la propiedad intelectual (no sé si incluyes también la industrial) en el PIB.
Por otra parte, todo depende de cómo se regule la propiedad intelectual. En el caso español, la vigente ley de propiedad intelectual está basada en el convenio de Berna y, por mi parte, la considero bastante razonable, aunque no soy experto en el tema.
Vamos, que personalmente no creo que la supresión de la propiedad intelectual reportase ningún beneficio concreto a la humanidad.
Otra cosa son temas como el cánon digital, respecto al cual me reservo mi opinión hasta después de las elecciones porque soy un militante disciplinado.
De verdad que acabo de alucinar leyendo el artículo.
Además de premios nóbeles de economía, predicadores ecológicos y biotecnólogos, ahora predicáis contra la propiedad intelectual por no se sabe bien qué motivo y le llamáis nuevo socialismo.
¿No será mejor ponerse a trabajar para ganar las elecciones?
Saludos
Carlos:
Dejando a un lado el comentario del anónimo anterior, que supongo que es el de siempre, ¿me puedes decir por qué crees que tiene tanta importancia el tema de la propiedad intelectual?
Sinceramente, es que debo de ser muy torpe porque no lo acabo de ver. Me parece lógico que si un señor hace una novela o hasta un descubrimiento científico se le concedan unos derechos sobre lo que ha creado.
Pero a lo mejor estoy confundido...
¡Ah!,¡ah!,ah!,ah!ah!,,ah!,ah!,ahhh!,........¡¡AAhhhhhhhhhhhhhhh!!
Pura catarsis
Gandalf: No estás confundido. Nadie que piense y reflexione está confundido. La verdad absoluta no existe. No creo que Carlos, además lo dice, esté contra el derecho de propiedad intelectual concreto. Para mi lo que defiende es que el conocimiento y el saber debe ser Patrimonio de la Humanidad.
Cambiando de tercio, ese anónimo se pone de los nervios por leer cosas diferentes en este foro. Yo entiendo que repartir caramelos está bien, pero no es lo único que debe hacer un socialista para animar el ambiente entre la militancia. En este foro se piensa y se deja pensar. Se escucha y se aprende. Y sobre todo, se intentan decir cosas nuevas, reflexiones diferentes. Tampoco tratamos de inventar la Coca Cola. Ya se inventó.
Feliz 2008 a los foreros y anónimos varios. Incluidos los que discrepan, que son necesarios, no como "sparring", sino como contraste necesario.
Se puede estar de acuerdo en buena parte de la teoría expuesta por Carlos, pero en mi opinión se peca de excesivo idealismo y un ejemplo es el tono decomonónico del manifiesto; el capitalismo actual es lo que es y ya veremos a ver más adelante qué es lo que lo sustituye, supongo que será un refinamiento de la situación actual puesto que actualmente vivimos inmersos en un refinamiento de la situación existente en la edad media, sin embargo dicho refinamiento ha supuesto cambios importantísimos para la humanidad y seguirá haciéndolo. Yo como me tildo de pragmático, me abstengo de luchar contra el capitalismo, sigue siendo lo menos malo que se ha experimentado y respecto a la propiedad intelectual entiendo que es un acicate para la creatividad, otra cosa será abordar la conveniencia de adaptar la normativa a los tiempos que corren ya que recurrir a los cánones actualmente vigentes es un disparate, choca contra toda lógica jurídica el pagar un impuesto por un presunto uso ilegal que se podría cometer; sería más práctico el crear un impuesto que grave la adquisición de esos soportes para que el estado recaude lo mismo y luego el ministerio de cultura lo emplee para fomentar las condiciones que soportan la industria cultural, por lo menos cobrándonos lo mismo no nos estarían llamando presuntos delincuentes.
En cuanto al anónimo de siempre, que no se preocupe, que cuando entremos en campaña curraremos como el que más, pero de momento nos va más el entrenar la inteligencia, por eso "semos perigosos" qué se le va a hacer probablemente a los partidos les hace más falta inteligencias que acólitos.
Simón: ten cuidado, alguien está muy enfadado contigo.
Feliz 2008
Con todo o respecto a Carlos, creo que esaxera un pouco.
Oxalá vivísemos nun mundo paradisíaco (e a sere posible tamén dionisíaco) no que non houbese nin teu nin meu, pero ata que cheguemos a iso, que aínda falta un bo cacho creo esaxerado empezar a abolir a propiedade comezando pola intelectual.
Nós que temos ideas (non coma o ignaro anónimo que só nos critica porque as temos, sen expor nin unha), témolas porque lemos. Alguén tivo que escribir primeiro, e ese señor ten dereito a cobrar polo que fai, ¿ou non? A iso chámase dereitos de autor, sen os cales volveriamos a situación dos escritores do século XVII.
Cervantes morreu pobre aínda que o Quijote foi moi popular. Naquela época vendíase a obra a un editor por unha determinada cantidade e o autor xa perdía todos os dereitos sobre ela. Da igual que se vendesen mil que dez mil, o beneficio era para o editor. ¿Imos volver a isto en aras do socialismo?
Outra cousa ben distinta é que o canon dixital sexa esaxerado, adecuado, etc. Niso non entro porque cústame decidirme nun sentido ou noutro.
O que si considero imprescindible é que aos autores dalgunha forma hai que protexelos pois non sería xusto que millóns de persoas estean a ler un libro, ou escoitar unha canción, e que o autor viva na miseria. Sobre todo nun mundo en que por exhibir as miserias morais e tamén físicas se pode facer un rico.
Ocurre a menudo que con las cenas de fin de año, sin voluntariedad por parte de los protagonistas, se produzcan penosas indigestiones a quienes querían disfrutarlas sólo con la sana ilusión de celebrar la entrada del nuevo año. También suele ocurrir, quizás con menos frecuencia, que quienes luchan denodadamente por descubrir en su mente una idea clara y distinta de lo que deberían ser las cosas, terminen por parir un manifiesto escasamente biodegradable, más que nada por la pesadez de sus ingredientes, rozando no sólo la indigestión más absoluta, sino la simple y llana empanada mental, típica de los delirios más esquizoides. Viene esto a cuento de este "manifiesto" sobre la existencia o no de un nuevo socialismo-ya que se formula con una pregunta angustiada y algo inquisidora.
Decir que el tal Carlos Raya se va de la raya, tropieza y cae abruptamente por una pendiente dándose de bruces con los conceptos, las ideas y la lógica más elemental, es decir poco a cuenta de la moderación y las buenas maneras que, entre socialistas o partidarios de la izquierda y el progreso social, deben presidir los debates y el intercambio de ideas.
Pero ya puestos a decir habría que afirmar que no dispara mejor el que a perdigones de baja calidad puntea la liebre, sino el que con cuidado y valorando la distancia y la trayectoria, el calibre del arma y las características del animal se dispone con calma y serenidad a apiolar a la presa. Vamos, que disparates como este manifiesto he leído pocos.
Y como no hay mucho que comentar sobre los desvaríos mentales de algunos, los llantos histéricos de otros o las proclamas de verbosidad incendiaria de algún alma solitaria en pena, sólo habría que recordarle al señor Raya que el señor R. Descartes es el autor del famoso “cogito, ergo sum” y no sabemos si por el Discurso del Método cobró muchos o pocos derechos de autor, pero el autor es él y los beneficiarios nosotros, y con nosotros todo el pensamiento moderno occidental y por mucho que haya o no cobrado, habría que seguirle pagando a sus descendientes directos o indirectos, el mucho beneficio ocasionado por su obra, aunque algunos como el señor raya todavía no le haya alcanzado el previsto beneficio sobre las ideas claras y distintas.
Decir también que un guión-de cine, de radio, de serie televisiva-es una idea o un conjunto de ideas y que ahora que lo guionistas de Holywood están defendiendo sus derechos, pues bueno, pues gracias por lo hecho y a seguir creando arte y cine, y en algunas ocasiones provocando disgustos a la derecha religiosa americana.
Decir que el software que permite hacer cosas con el ordenador son ideas. Lo mismo los anuncios publicitarios. Las novelas. Los estudios y los ensayos, ya sean de Chomski o de Ferrán Adriá Y hasta los programas electorales: que no se deben copiar, so pena de algún disgusto.
No sabemos si existe o existirá un nuevo socialismo. Lo que si sabemos es que con manifiestos como éste a uno le entran ganas de leer algún escrito de la FAES, más que nada por añoranza de leer algo verdaderamente digno de rebatir.
Comienzo por las preguntas.
Anisakis, la proporción del PIB recogida dentro de lo que se conoce como Derecho de Autor alcanza en estos momentos aproximadamente el 6% en España (el 11% en EE.UU.) y la participación en las plusvalías alcanza algo más del 9%. Esta participación mayor en las plusvalías es un dato importante que confirma los excesos del sistema monopolista que tratamos. Fíjate que hablamos de un 30% más en la proporción entre plusvalía y facturación bruta. No hay datos exactos sobre la participación en el PIB de productos industriales vendidos en monopolio gracias a la propiedad intelectual, no obstante, en estos momentos trabajo sobre ello a partir de la adición de diferentes mercados, como el farmacéutico, que trabajan casi en total régimen de monopolio restada la venta de genéricos. (¡Qué bien que el monopolio se suspenda en algunos casos, sobre todo para las clases menos favorecidas!) Evidentemente el porcentaje es mucho mayor que en el caso de los Derechos de Autor. Bien podría situarse en torno al 25% en España y un 35% en EEUU. La tendencia es que tanto la actividad de estos mercados como las prerrogativas de la propiedad intelectual crezcan: miremos a EE.UU. Por cada dólar que se factura en monopolio es un dólar menos que cobra un empleado, pues los sistemas monopolísticos alcanzan los beneficios por el valor mismo que le otorga la exclusiva y no por la adición de fuerza de trabajo para mejorar la competitividad en un entorno de libre mercado.
Para Gandalf:
La importancia reside en la sustitución del mercado de libre competencia por un sistema monopolístico que, como ya te explique, genera plusvalías de forma casi independiente de la fuerza de trabajo.
No obstante pego aquí la dirección del Observatorio para el Estudio de la Cibersociedad en donde puedes leer el ensayo "La revolución de los sabios. Una alternativa a la propiedad intelectual" donde explano las bases de estas propuestas. (Si quieres te paso un ejemplar de la edición publicada en septiembre de este año pasado.)
Saludos,
Gandalf te pego aquí un fragmento de un texto que ya te remití en otro foro:
Desde un punto de vista de la economía política las características del simonismo son las siguientes.
1º.- De igual forma que en el capitalismo industrial la obra generada por la fuerza de trabajo, ahora un conocimiento, es propiedad directa del empleador (con la sola excepción de que exista contrato previo que especifique lo contrario, como bien puede ocurrir en el capitalismo industrial).
2º.- El empleado puede ser despedido una vez desarrolla el conocimiento objeto de la patente. Ninguna cobertura la presta la propiedad intelectual, pues el dueño del conocimiento no es él, sino el simonita. (¿Imaginamos posible que un simonita ceda un porcentaje de sus beneficios monopolísticos a los empleados que han desarrollado la idea y que lo haga durante setenta años? ¿Setenta años sin trabajar y cobrando? Nos parece increíble, sí, desde luego, pero se lo concedemos al empleador sin extrañarnos aceptando la propiedad intelectual.
3º.- La patente otorga al empleador simonita 70 años de derechos de explotación en exclusiva. (EE.UU)
4º.- Siendo en exclusiva la venta de la expresión del conocimiento patentado, las necesidades de valor añadido generados por el saber hacer de los empleadores se aminora, ya que el efecto de la competencia se aminora (caso de bienes alternativos como los coches) o desaparece por completo (caso de los bienes insustituibles, como el caso de la vacuna contra la malaria).
Contestando a Damasceno Monteiro:
Yo no he dicho que los intelectuales, científicos y artistas no cobren por su trabajo, sería absurdo plantear semejante disparate, y más desde el socialismo. Mi propuesta es eliminar los monopolios, cosa bien distinta, monopolios que benefician solo a los capitalistas simonitas mientras la sociedad paga las ineficiencias propias e indudables de cualquier monopolio y millones de trabajadores a nivel mundial se hacen innecesarios para un nuevo capital que gana dinero sin competir. ¿Para qué quiero obreros si ya tengo mi monopolio? Por ahí van los tiros…, pero mírate la contestación para Gandalf donde me extiendo más sobre este aspecto concreto.
Estimado negrin
Me encanta tu contestación: reconozco en tu prosa a una persona culta y con capacidades intelectuales de sobra para comprender mi exposición. Te comento algunos puntos interesantes:
1º.- Sí, desde luego que el manifiesto es una pregunta, nada hay en él de seguro, sino el derecho a la duda que tú mismo defiendes para todos menos para mí, pues mi duda, dices, es inquisidora. (Supongo que la seguridad absoluta con la que tú me criticas nace de la propiedad exclusiva sobre el conocimiento, al menos sobre la verdad. Parece que al fin también te niegas a ti mismo el derecho a dudar lo cual me hace justicia pues nos sitúas a los dos bajo una norma común.)
2º.- También es cierto que lo empaña un profundo sentimiento de angustia que nace de esas intuiciones que comparto con vosotros y cuyas consecuencias no son nada halagüeñas para las clases trabajadoras.
3º.- Pienso, luego existo. “negrin” aquí has dado de lleno en el blanco: el fundamento de mis propuestas es que las ideas y pensamientos son la sustancia que forma nuestro intelecto, somos homo sapiens tanto que sabemos, tomamos conciencia del universo y de nosotros mismos. De esa conciencia del ser, del pensar en sí, pues la conciencia siempre es conciencia de algo pero antes es conciencia de alguien, obtuvo Descartes la certeza de la misma existencia del yo y del universo. Pero si las ideas, las que sean como conciencia de algo, son propiedad excluyente, esto imposibilita el reencuentro con el yo, ya que abrimos la posibilidad de que la idea –única prueba de la existencia de nuestra conciencia- no sea propiedad de nuestro ser sino propiedad de otro yo, otro yo del cual no podemos certificar su existencia que nos lleva a la negación de la sentencia cartesiana.
En atención a tu lacerante crítica y a tus involuntarios aciertos en apoyo de mis teorías, me pongo a tu disposición (me puedes localizar en la Agrupación de A Coruña) para presentarte en extensión estas ideas e inquietudes, pues estoy completamente seguro que aquí el problema no viene de tu capacidad compresiva y mucho menos la calidad de las verdades que postulo, sino de mi insuficiencia a la hora de exponerlas por escrito. Por favor, te ruego que me otorgues el beneficio de la duda, otórgatelo a ti también, y pongámonos a intercambiar ideas, verás como merece la pena. No tenemos nada que perder y sí mucho que ganar.
Para terminar, solo decirte que muchas gracias por el chiste con mi apellido: me trae recuerdos de cuando estudiaba parvulitos y no daba la cosa para más. Da gusto que algunas cosas no medren y que a veces, muy pocas, el pecado conlleve la penitencia.
A tu disposición:
Carlos Raya
Carlos, me parece que, tal y como dices, el tema merecería un debate en profundidad en la agrupación, sin prejuicios por parte de nadie.
Seguro que lo organizaremos.
Saludos,
Pablo Arangüena
Visto el éxito del presente debate, intuyo que en este foro hay demasiado sodomita, y puede que la cosa no esté mal .... pero joder, seguro que duele.
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