EL PARAÍSO PERDIDO

Este artículo surge a raíz de un comentario de un amable compañero, Vaticano, sobre la relación, según el inevitable, entre socialismo y ecologismo, el ecosocialismo. Comentario que me da píe para poner sobre la mesa uno de los problemas más importantes para el ser humano como especie: la destrucción ambiental.

Decía que según algunas opiniones, socialismo y ecologismo son lo mismo, o por lo menos están íntimamente, inevitablemente, casi fatídicamente relacionados. Directamente: no estoy de acuerdo. La teoría del “colapso ecológico” relacionándola con el mito – sí, mito, a las pruebas me remito – del inminente “hundimiento o colapso del capitalismo” no tienen ninguna base (parece que nos hemos anclado cómodamente en la 1º Internacional). Intentaré explicar por qué digo esto.

Desde luego, yo no soy ningún especialista en marxismo (me muevo en el conocimiento común, que no lugar común), pero tengo entendido que su tesis básica se centraba (y centra) en el reparto de la escasez mediante la justicia social; hoy, el neoliberalismo promete superar las dificultades del reparto de la escasez mediante la superproducción (apoyándose, entre otras, pero básicamente, en la técnica).

Pero lo que todos los sistemas sociales, teorías económicas, propuestas políticas, o cómo se quiera, prometían y prometen (desde luego, el marxismo clásico; también, el capitalismo – con Adam Smith, Freeman y sus Chicago boys, etc., hasta llegar al Mr. Bush Jr., Aznar y seguidores –; el socialismo, desde el socialismo real – el chico Stalin, el amigo Mao, y compañía – hasta la socialdemocracia europea) es el bienestar material para toda la población. Para ser más exactos: prometían y prometen conseguir el mayor bienestar material posible para todos mediante el crecimiento económico a costa de la explotación sin límite (insostenible) de los recursos naturales del planeta. Una especie de ansia subliminal de retornar al Paraíso perdido. Reitero, el socialismo (desgraciadamente, Vaticano), también.

En 1972, el Club de Roma, pública su famoso informe, “Los límites del crecimiento” –fundamental para la sensibilización ambiental, y, por supuesto, para el denominado moviendo ecologista–. Dónde, precisamente, por primera vez, se critica de forma clara, precisa, y contundente, ese modelo de crecimiento insostenible. Después pasaron muchas cosas en las que ahora no me puedo extender.

Tampoco puedo entrar en qué se puede entender por ecologismo (o movimiento ecologista), en dónde, por cierto, hay de todo. Como, tampoco, por supuesto, en la definición de bienestar o bienestar material, discusión que puede alcanzar hasta niveles metafísicos.
Lo que sí quiero adelantar es la siguiente idea: unos análisis iniciales denotan que el objetivo de implementar un tipo de desarrollo sostenible (respetuoso con la capacidad de recarga de la biosfera) exige inevitablemente, si somos mínimamente rigurosos, el cuestionamiento y revisión de nuestros modelos económicosociales actuales (con consecuencias y efectos que todavía, en gran parte, probablemente sólo atisbamos). Entre esos modelos está, también, el estado social (Constitución, Título I, capítulo III). Reitero, no caigamos en el error de pensar que hay, actualmente, sistemas económicosociales más “ecológicos” que otros. Si todos hemos comprobado los desastres ecológicos del socialismo real; a la par, la maldad ecológica de Mr. Bush Jr., Howard y compañía; la socialdemocracia, gran defensora del estado social, también ha contaminado y contamina mucho, incluso más (al tener mayores tasas de activad general). Entre otras cosas, porque todos parten, como hemos visto, de la misma premisa básica: bienestar, cada vez mayor, a costa de la explotación ilimitada de los recursos naturales, una ancestral búsqueda de la especie humana del Paraíso perdido. Pero, los recursos naturales son limitados – lo queramos o no –, ése es el problema.

Creo que ése es el auténtico debate, en especial para el socialismo y la socialdemocracia: estado social/desarrollo sostenible. Se admiten sugerencias…

Termino, dudo que el siglo XXI sea el siglo del neomarxismo, de lo que estoy seguro es que será el siglo del desarrollo sostenible, o no será. Y, para eso, nos tenemos que hacer mayores y aceptar, de una vez por todas, que no hay Paraísos (ojalá), pese a lo que dice el Vaticano.


José Luis Rego Vecino

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Stupendo, José Luis: es evidente que la evolución va por ahí, que el capitalismo, que actualmente está en una fase de capitalismo cultural (ya sobrepasado el financiero)no va a tener más remedio que tornarse en ecocapitalismo, es decir, en la asignación de los recursos de la manera más eficiente pero dentro del marco de un desarrollo sostenible; será eso o nada, por lo que más nos vale ir tomando nota. Se acabará el uso de los transportes privados tal y como hoy los entendemos, dejaremos de viajar y de desplazarnos tanto (siempre quedará la red)y habremos de forzar a nuestr egoismo natural a pactar con el medioambiente, pacto que forzará a innumerables concesiones. No creo que sea malo, al contrario creo que llegaremos a un capitalismo más ordenado y autolimitado, más refinado, creo en definitiva que podremos llegar a alcanzar el socialismo eficiente que tanto se buscó en el siglo XX por caminos errados.

Anónimo dijo...

Curiosamente, una de las formas en que el ecologismo se va a acabar de imponer es a través de la subida del precio del petróleo y, en paralelo, de las materias primas. Nada agudiza más el ingenio que la necesidad y la tendencia inflacionista que ha empezado y que, en mi opinión, se mantendrá e incrementará durante los próximos años ayudará mucho en esa dirección.

Con esto no quiero decir que me alegre de que los precios suban pero, si eso ayuda a que tomemos conciencia del grave problema y cambiemos como sociedad hacia un modelo más eficiente, bienvenido sea.

Va llegando el momento de pasar del ecologismo de boquilla al ecologismo real.

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo con que este será el siglo del desarrollo sostenible o no será.
También estoy de acuerdo con el comentario de Anisakis de que la necesidad hace virtud.
Eso debería llevar, como se ha apuntado, a un replanteamiento de las relaciones sociales y económicas.

El problema es que este sistema está basado en el crecimiento económico. Un punto menos de crecimiento se convierte en causa de derrota electoral, igual que un punto más de inflación.
Estos son los parámetros en los que nos movemos. Su replanteamiento, en este momento,no está en la agenda por mucho que se hable de desarrollo sostenible en los programas de los partidos progresistas como el Psoe.
El concepto desarrollo sostenible sirve hoy como maquillaje de un sistema insostenible.

Por otro lado es importante considerar que vivimos en sociedades urbanas de ciudadanos urbanitas a los que la defensa del medio ambiente les parece un concepto demasiado lejano, aunque de boquilla digan que lo comparten.

Anónimo dijo...

Yo me declaro ecologista convencida pero me gustaría que alguien de este foro me dijera qué opina del mamoneo que se traen en la ciudad de La Coruña determinados personajes: acabo de ver que a José Luis Méndez le han concedido la medalla de oro de la Fundación de Estudios Políticos y Sociales. Ayer o antes de ayer le concedían una a Santiago Rey los vecinos del ensanche. Entre ambos personajes, suman tantos reconocimientos que supongo que podrían abrir un par de museos con todas las medallas recibidas.
¿Qué opinamos desde la izquierda sobre este tema? El caso de Méndez me parece especialmente sangrante.
Resulta que ese señor lleva al frente de Caixa Galicia unos 30 años y no parece que haya nadie capacitado para sustituirlo en Galicia. Su hijo (....) está al frente de la corporación financiera. ¿Alguien me lo puede explicar?

Anónimo dijo...

No sé qué perra os ha dado con que llega el fin del mundo. Es verdad que hay que cuidar el medio ambiente pero la técnica permite hoy en día obtener cosechas más abundantes y más resistentes, permitirá reemplazar los combustibles fósiles por energías alternativas y permitirá mantener una mayor población.
Creo que hay gente que hace del catastrofismo ambiental una especie de religión alternativa y creo que desde la izquierda hay que tener en cuenta los aspectos medioambientales pero no entrar en ese juego de "o cambiamos radicalmente o esto se acaba" porque no responde a realidades científicamente constatadas sino a simples especulaciones sin fundamento.

Anónimo dijo...

Noraboa a Rego polo artículo.
De tódolos xeitos gustariame facer algunhas precisións.
Ao socialismo real chamáselle así por chamárselle dalgunha forma porque real sí que foi pero socialismo... Nin sequera dictadura do proletariado, senón dictadura dun funcionariado.
O capitalismo é un goloso monstro que para sobrevivir ten que engulir cada vez máis. Dentro deste sistema é imposible que se desenvolva un auténtico ecoloxismo.
A socialdemocracia dá por válido o capitalismo e só tenta paliar os seus efectos negativos. Grazas a eso pode acceder ao goberno mais por iso mesmo a súa capacidade de cambio é moi limitada.
O ecoloxismo de verdade só pode darse dentro dunha economía racionalizada e planificada que non medre ao chou senón atendendo as auténticas necesidades da humanidade.
Estou de acordo con Rego en que ou nos poñemos límites ou estoupamos.

Anónimo dijo...

Me parece acertada la observación de Anisakis. A los políticos y a las grandes multinacionales no les va a quedar más remedio que hacer de la necesidad virtud.
Al escasear y/o encarecerse las materias primas tendrán que buscar alternativas más ecológicas. De hecho ya lo están haciendo.
Morgana, no te desesperes. El hombre es gregario por naturaleza y de vez en cuando necesita sentirse partícipe del rebaño y pora eso dan y reciben medallas. Que les aproveche a los serviles y a los servidos.

Anónimo dijo...

En absoluto desacuerdo con tu comentario, anónimo.
Eso de que la técnica va a permitir mantener el cotarro suena a deseo más que a realidad. La técnica puede ayudar a racionalizar el cotarro y, precisamente, la técnica aliada con una reorientación del sistema es lo que puede, con gran esfuerzo, permitirnos reconducir estas sociedades basadas en la hiperproducción hacia la sostenibilidad. Pero no te engañes:
la sostenibilidad es incompatible con los coches de gran cilindrada (probablemente incluso con el concepto de coche), con las segundas residencias, con los artículos de lujo y con muchas otras cosas que hoy damos por sentadas. No desesperes: aún verás algún artículo más por aquí que incida en este tema y lo desarrolle porque es una parte importante (casi la más importante) de "el tema" y la izquierda está para intentar dar soluciones al tema. Por cierto, a Rajoy tampoco le parece muy preocupante el tema, como dijo hace poco amparándose en la autoridad de su primo. Sabido es también que a Bush y a los neocons les parece un tema muy poco importante.

Finalmente, supongo que sí te parecerá importante el tema de la inflación creciente que últimamente se ha puesto tan de moda en los medios de comunicación. Pues resulta que está íntimamente asociado con el tema de la sostenibilidad. Si no lo entiendes te lo explico pero no creo que haga falta.

Morgana: a las fuerzas vivas les encantan las medallas. Por otro lado, hay 2 tipos de argumentos para justificar el llevarse bien (no solo normal sino bien) con las fuerzas vivas desde la izquierda: el puro cálculo táctico (mejor tenerlos contentos y tranquilos) y la pura fascinación tipo reflejo de paulov. Pero esta es otra historia que debe ser contada en otra ocasión.

Anónimo dijo...

Morgana, ciertamente en esta ciudad son los mismos de siempre y se reparten el cotarro entre ellos. José Luis Méndez es un banquero sin banco (por otra parte como casi todos)inteligente y con una capacidad de adaptación asombrosa, buena prueba es que uno de los rumores era que el BNG iba a por él, y ahí sigue tan pancho. En otros tiempos nuestro alcalde estaba en ese club privado, últimamente viendo como actúa La Voz de Galicia, no es absurdo suponer que tengan entre todos pensado poner de nuevo alcalde de A Coruña a Carlos Negreira. Ya sabes, cambiar algo de vez en cuando para que nada cambie en el fondo.

Anónimo dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con el artículo "El Paraíso Perdido", aunque creo que los demás comentarios: anisakis, anónimo, morgana, etc., poco han entendido del asunto. Primera consideración: es el paradigma del progreso el que está en cuestión. Somo hijos de la Ilustración, y pensar que la sociedad humana progresa sin límite a formas sociales más avanzadas-el paraíso o su simulacro-, es común tanto al discurso neoliberal como al socialdemócrata. En esto hay poca diferencia entre Popper y los teóricos de la tradición marxista, sean éstos, críticos o no. Es esta crisis del paradigma del progreso la que establece el escenario de la cuestíón: crecer como hasta ahora o cambiar totalmente el modelo de sociedad y toda su mitología. No se trata, como dice anisakis, de una cuestión sustitutoria: petróleo caro, luego potenciemos otras fuentes de energía más baratas y limpias. No. Eso, siendo necesario, no es suficiente, pues lo único que se lograría es desplazar el problema en el tiempo. En cuanto a su derivación ingenua-hacer de la necesidad virtud-, creo que la evidencia empírica no nos permite ser demasíado optimistas. El problema real es éste: el crecimiento demográfico a nivel planetario, la competencia feroz por el desarrollo económico entre los distintos polos-China, japón, India, Europa,EE.UU, Brasil, etc-hace que el consumo de los-limitados-recursos de los que dispone el planeta-energía, materias primas,agua, etc.-hace que su expoliación sea una cuestión de suma cero: el que un agente-un país, por ejemplo- reduzca su consumo hace que el otro lo incremente, pues se trata de un escenario de jugador ventajista. Pensemos en Kioto y en qué países no lo han suscrito, más allá de hueras palabras. Pensemos en el ártico y los colmillos afilados de ciertas superpotencias por su control con motivo de la desparición de su superfie helada.

No, no existen caminos intermedios que eviten el desastre. No existe la posibilidad de autoregulación por mor de hacer la necesidad, virtud. Y no existe, lamentablemente, en estos momentos una capacidad cognitiva capaz de abordar el problema en toda su magnitud y complejidad. Y mucho menos, existe una conciencia social lo sufiecientemente fuerte que exija a los gobierno y a la ONU soluciones radicales. Y, por supuesto, estoy de acuerdo en que cualquier partido político que quisiera enfrentar el problema sin subterfugios, perdería las elecciones. Ésta es la cuestión. Lo demás son cuentos para tranquilizar a los niños, ya sean socialdemócratas o no, porque eso es lo de menos.

Anónimo dijo...

APOSTILLAS
Dicho de otra manera y utilizando una metáfora: no se trata de que ante un problema de obesidad, cambiemos la dieta. Se trata de comer menos, mucho menos. Sólo de esta manera adelgazaremos. El informe del Club de Roma está ahí, aunque hayan pasado más de 30 años. Sólo cuando se hable de "crecimiento cero" y el líder político de turno-conservador o progresista-no se carcajee, habremos avanzado algo.

Posdata: el pensamiento "ingenuo" también utiliza este otro argumento: el avance tecnocientífico será capaz de resolver, por acumulación progresiva de saberes, y a través de nuevas tecnologías en la consecucción de nuevas fuentes de energía la cuestión. No. No es una cuestión sólo de nivel tecnológico. Es una cuestión estructural. Lo que está en tela de juicio es el modelo de "progreso" socioeconómico y su estructura, tanto a escala intra-cada país-como a escala planetaria. Mientras no abordemos seriamente esto,estaremos condenados a dar palos de ciegos.

Anónimo dijo...

Demócrito: Yo no he dicho que sustituyendo el petróleo se arregle el problema. Lo que digo es que, suponiendo que el problema tenga solución, cosa que parece que dudas y yo, como escéptico vocacional, tengo que dudar también, la solución no va a venir de la mano de la acción política, por muy progresista y concienciada que sea.
La solución irá surgiendo a medida que vayan multiplicándose los problemas, es decir, el desarrollo se volverá más sostenible cuando, convencidos por los hechos en forma de catástrofes más o menos serias, la gente (y por tanto sus representantes) se de cuenta de que tiene que renunciar al progreso (al menos en su acepción predominantemente cuantitativa, que es la que funciona ahora) y vivir de otra manera.
Es decir, estoy plenamente de acuerdo con tu apreciación de que la cosa empezará a mejorar cuando un político pueda hablar de crecimiento cero sin perder las elecciones.

Anónimo dijo...

Anisakis, por alusiones.

Bueno es que si no viene por medio y a través de la ación política, tú dirás. Una cosa es lo que los expertos digan, otra muy distinta es lo que los políticos, los países, los organismos multilaterales, digan y hagan. No creo que sea una cuestión sola de los científicos: los científicos pueden actuar como catalizadores de la conciencia social. Mi argumento es contrario al tuyo en este punto: mis esperanzas no están tanto en que el cambio conductual de las sociedadades avanzadas se dé cuando el desastre sea inminente, sino precisamente creo que sólo si se da la voluntad y la práctica políticas necesarias que faciliten el cambio de paradigma, que será, si se da, un dolorosísimo parto con dolor. Pero será eso, cambio fundamentalmente político. Lo cual no quiere decir que el cambio previo y, por supuesto, tan fundamental como el político, sea de tipo cultural. Y no será a partir de un "desastre" como el del petróleo. Serán una serie consecutivas de desastres: cambio climático, contaminaciones varias, agotamiento sucesivo y/o simultáneo de diversas materias primas, crisis alimentarias, crisis demográficas, guerras por la apropiación de recursos energéticos, crisis de los recursos hidrológicos, enfermedades asociadas a todo esto, etc. Si sucede todo esto-y ojalá no suceda, pero eso no es más que un deseo-no está garantizada, en ningún sitio está escrito, que la respuesta de la sociedad humana futura, sea una respuesta de tipo racional y duradera que resuelva este gravisímo problema que la humanidad en su conjunto tiene planteada. Sí, optimistmo antropológico, pero a modiño. Es decir, a primera hora de la mañana. Después, de noche, permíteme que dude de las teorías complacientes, de los hombres, de las soluciones prefabricadas y del chachachá..

Anónimo dijo...

El artículo de Rego es interesante, habla de no se cierto paraiso perdido, que todavía no ha aparecido.
Estees el artículo que anteriormente habías comentado que ibas a realizar, sinceramente me esperaba algo más, poco has rebatido o esa es mi apreciación a lo que yo exponía, ya que lo que yo hice y lo que tu haces es lo mismo son suposiciones, opiniones y todas ellas subjetivas.
Yo no hablo de que ecología y socilismo son la misma cosa, no lo he dicho , he dicho que en algunas líneas pueden confluir pero no en todo y eso si que es algo que vemos ya que no coinciden socialistas y movimientos ecologistas al 100%. Pero como tampoco coinciden al 100% entre los/s compañeros/as socialistas.
A lo que yo me refería es que es evidente que los recursos son limitados y eso es lo que tenemos que cuidar y aprender a racionalizar mejor, cosa que desde mi punto de vista veo improbable tal y como estamos metidos en este sistema capitalista y de producción descontrolada, con un consumismo atroz y boraz que agotará todo. Lamentablemente creo que poco podemos hacer ya que el reducir el consumo y hacer un consumo y una porducción más sostenible implicaría por que no lo veo posible de otra manera perder en el crecimiento de los paises, cierre de empresas y recorte en el consumo de bienes etc... utilizo el simil de otro compañero que comentaba algo como para adelgazar lo que hay que hacer es comer menos, pues a eso me remito. Creo que este tema va a traer mas comentarios y opiniones y mias también cuando tenga un poco mas de tiempo lo prometo, pero ya adelanto Sr. Rego que poco ha añadido a lo que todos ya sabiamos. El Club de Roma en 1972 ha expresado claramente en donde estaban los límites y eso es lo único en que creo que coincidimos.
Ahora bien yo le pregunto una cosa ¿cuanto cree usted que este sistema puede seguir sosteniendose durante mucho mas tiempo?

saludos desde el Vaticano

Anónimo dijo...

Estimado Vaticano lamento no haber estado a la altura de sus expectativas en mi artículo de opinión (todo, o casi todo, es opinable). Desde luego, como ya dije, mi intención al escribir el referido artículo no era rebatirle sus particulares opiniones, expresadas en un post anterior; sino, a partir del mismo, poner sobre la mesa una idea que considero importante, de forma sintética: las consecuencias, que derivadas de la implementación de un auténtico modelo de desarrollo sostenible, se puedan producir en el estado social (estado de bienestar), diseñado en el Título I, capítulo III de nuestra constitución. Idea que, por supuesto, no es mía (qué más quisiera), sino que está actualmente recogida en cantidad de literatura especializada. Constituyendo, concretamente,y en mi opinión, uno de los ámbitos de investigación y debate más interesantes dentro del derecho ambiental.

Por otro lado, Sr. Vaticano,le ruego, lea bien mi artículo. Entre otras cosas, yo no hablo “de no sé qué cierto paraíso perdido, que todavía no ha aparecido”, sino precisamente de todo lo contrario. Apunto que los Paraísos no existen –lamentablemente–, ni siquiera dentro del “ecosocialismo que llegará y dará paso a postulados y pensamientos Marxistas, adaptados a los tiempos en los que vivimos” como usted apunta en uno de sus post.
En cuanto a su pregunta: reitero, Vaticano, por favor, lea con un poco de atención mi artículo. No caigamos en un "ecológico" dialogo de besugos.

Anónimo dijo...

Compañero José Luís en primer lugar, enhorabuena por el artículo que aunque creo que corto, y digo corto, por que creo que podrías seguir escribiendo mucho más, y lo más importante, podrías escribir más y con sentido y aportando nuevos datos y enseñándonos nuevas cosas a los no entendidos en esta materia.
Sin acritud quiero decir que hay otros u otras en el foro que se dedican a destruir en vez de construir. De todo tiene que existir en este mundo y pensado fríamente que haríamos si todos fuésemos iguales, aburrirnos.
He leído el artículo ya dos veces, y otras tantas veces todas las contestaciones o aportaciones que no han sido pocas. Tengo que decir, que me quedo con tu exposición y la comparto en muchas cosas, y repito a pesar de mi desconocimiento en estos temas.
Creo que lo que si es evidente, es que los progresistas, debemos buscar equilibrar la balanza entre bienestar social como tu dices y el respeto con el medio ambiente. Es inevitable que intentemos buscar el mejor mecanismo para producir con los menores daños a nuestro entorno. La afirmación de algún participante del foro o del Blog en que el siglo XXI va a ser el siglo de Marx, pues me parece una predicción casi como las de Nostradamus o las que hace hoy en día Raphel o Aramís Fuster, algo sin fundamento, y sin base de ningún tipo. Marx, fue un personaje que marco su época y muy importante para toda la sociedad del siglo XIX, del XX y demás siglos, ya que fue un gran pensador, pero de eso a decir que este es el siglo de Marx me parece un desparrame con todos mis respetos a sus opiniones.
Coincido en que en este siglo, o incluso en menos, en estos 50 años próximos nos jugamos mucho, todos, ya que dependiendo de cómo nos adaptemos a ser un poco más o menos respetables con el medio ambiente podremos seguir disfrutando de nuestro maravilloso planeta. Creo que este será el siglo de la sostenibilidad y sino no será. Tenemos una inteligencia podrigiosa que ha sido capaz de ir adaptándose a las dificultades y a los cambios y eso es lo que a mi modo de ver las cosas hará el hombre, adaptarse y sobrevivir, utilizando la ciencia, la tecnología, y todo lo que tenga a mano y en mente para no perder calidad de vida pero lo que es más importante para seguir viviendo.
Espero que se nos explique un poco más sobre este asunto y quien no esté de acuerdo pues nos exponga también su opinión pero con algo más de chicha. Con todos mis respetos ya que no quiero que nadie se sienta ofendido y va por Vaticano criticar por criticar no, ya que en la contestación que usted hace, le puedo decir que la he leído dos o tres veces y no entiendo nada. No se ofenda, sólo le pido que la explique un poco más.
Ya para finalizar decir que paraísos pocos hay, pero hay uno que tengo en mente y se trata de que mi país, España vaya hacia la construcción de un paraíso, por eso mi sueño, mi deseo y mi esfuerzo se conjugarán para que en marzo, Zapatero gane las elecciones y así podamos seguir construyendo un país más igualitario, más respetuoso con el medio ambiente, mas tolerante, con medidas sociales más potentes, en definitiva seguir avanzando en ese estado de Bienestar que hoy tenemos. Un sistema de Bienestar que o está reñido con el crecimiento económico, ya que lo hemos visto en esta legislatura, que así ha sido.

Un saludo Socialista.

Anónimo dijo...

Parece ser que hay alguno o mejor dicho algunos en este foro que no entienden mis mensajes o artículos que voy colgando. Sin duda no es que pensemos de diferente forma, que sí, pero sin duda es que alguno no tiene capacidad de comprensión y no sabe encajar bien las críticas de algo que le hace daño. Con hacer daño, me refiero, a que le rebatan sus artículos o ideas, que no tienen mucho peso, sino no sería tan fácilmente rebatibles. No se moleste Sr. Rego, pero creo que usted y alguno más como el Sr. Boullón y alguno más viven en algún paraíso o mejor dicho el el País de Nunca Jamás.
Para que me entiendan ya que me pide el Sr. Boullón que concrete, no se que más quiere que concrete, ya que si no ha entendido lo que he puesto después de leerlo dos veces, creo que sus neuronas son un poco lentas, y no se moleste, ya que si utiliza juego que hay ahora para ejercitar la mente seguro que rebaja su edad mental de 75 que tiene ahora a 55 años en unas semanas. Entonces tengo que añadir lo siguiente
El Ecosocialismo surge a finales del Siglo XX que integra las ideas del Socialismo y las del Ecologismo. Los ecosocialistas piensan que el capitalismo es un sistema inherentemente dañino tanto para la sociedad como para el medio ambiente.
A menudo se denomina rojiverdes a las personas que profesan la ideología ecosocialista, pues defienden unas políticas verdes desde una óptica claramente anticapitalista, muy frecuentemente inspirada por el marxismo. Se desmarcan de la mecánica de la economía neoclásica de una manera más firme que otros verdes, y apoyan con más vehemencia la justicia social como la primera meta de la política, viéndola como una llave hacia otros objetivos.
Dicho esto os centraré un poquito ya que ya veo por donde andaís, un poco de historia no viene mal.
William Morris, novelista, poeta y diseñador inglés, está ampliamente reconocido por su papel en el desarrollo del ecosocialismo, particularmente en el Reino Unido UK1 . Durante las décadas de 1880 y 1890, Morris promocionó sus ideas ecosocialistas dentro de la Federación Socialdemócrata y la Liga Socialista .
Tras la Revolución Soviética, algunos ambientalistas y científicos intentaron introducir cierta conciencia ecológica dentro del bolchevismo, aunque muchas de esas personas fueron posteriormente expulsadas del PCUS . Décadas más tarde, en los años setenta, Barry Commoner, sugiriendo una respuesta desde la izquierda a la tesis de los límites al crecimiento, postuló que las tecnologías capitalistas eran los principales responsables de la degradación ambiental . El escritor de Alemania Oriental Rudolf Bahro publicó dos libros donde insistía en la relación entre socialismo y ecología -La alternativa en Europa del Este y Socialismo y supervivencia . Por esa misma época, Alan Roberts, un marxista australiano, escribió sobre cómo las necesidades insatisfechas de la gente alimentaban el consumismo . El también australiano Ted Trainer llamó a los/las socialistas a desarrollar un sistema que satisfaciera las necesidades humanas, en contraste al sistema capitalista, que creaba y crea deseos .
Los años noventa trajeron a las feministas socialistas Mary Mellor y Ariel Salleh , que revelaron temáticas ambientales dentro de un paradigma ecosocialista. Con el creciente desarrollo del movimiento antiglobalización en el Hemisferio Sur, ha ido emergiendo un "ambientalismo de los pobres", combinando sensibilidad ecológica y justicia social. David Pepper también publicó un importante trabajo, Ecosocialismo: desde la Ecología profunda a la justicia social, en 1994, donde critica la actual deriva de muchas personas dentro del mundo verde, particularmente aquellos relacionados con la Ecología Profunda.
En 2001, con motivo de la Cumbre de Río + 10, Michael Löwy y Joel Kovel redactaron el 'Manifiesto Ecosocialista'. A principlos del siglo XXI, muchos partidos verdes, como GroenLinks en Países Bajos o Iniciativa Per Catalunya Verds en Cataluña contienen fuertes elementos ecosocialistas, o se autodenominan de tal forma. Los rojiverdes dominan partidos verdes como el Partido Verde de Saskatchewan (en Canadá, no afiliado al Partido Verde de Canadá) y el Partido Verde de los Estados Unidos (GPUS). Muchas organizaciones marxistas también cuentan con ecosocialistas: Michael Löwy, por ejemplo, es uno de los líderes de la reunificada Cuarta Internacional, la principal organización Trotskista.
Dicho esto de la historia os diré más cosas que quizás en el anterior artículo me quedé corto. Os pondré el manifiesto del ecosocialismo y quizás así leyendo todo lo entendáis y que por partes veo que no sois capaces.
la crisis ecológica y la crisis de deterioro social están profundamente interrelacionadas y deben ser vistas como distintas manifestaciones de las mismas fuerzas estructurales. La primera se origina ampliamente en la industrialización rampante que desborda la capacidad de la Tierra para amortiguar y contener la desestabilización ecológica. La segunda se deriva de la forma de imperialismo conocida como globalización, con efectos desintegradores en las sociedades que encuentra a su paso. Más aun, estas fuerzas subyacentes son esencialmente aspectos diferentes de una misma corriente, que debe ser identificada como la dinámica central que mueve a la totalidad: la expansión del sistema capitalista mundial.

Rechazamos todos los eufemismos o la suavización propagandística de la brutalidad de este régimen: todo intento de lavado verde de sus costos ecológicos, toda mistificación de sus costos humanos en nombre de la democracia y los derechos humanos. Insistimos, por el contrario, en mirar al capital desde la perspectiva de lo que realmente ha hecho.

Actuando sobre la naturaleza y su equilibrio ecológico, el régimen capitalista, con su imperativo de expansión constante de la rentabilidad, expone los ecosistemas a contaminantes desestabilizadores; fragmenta hábitats que han evolucionado durante eones para permitir el florecimiento de los organismos, despilfarra los recursos y reduce la sensual vitalidad de la naturaleza al frío intercambio requerido por la acumulación de capital.

En lo concerniente a la humanidad y sus demandas de autodeterminación, comunidad y una existencia plena de sentido, el capital reduce a la mayoría de la población mundial a mero reservorio de fuerza de trabajo, mientras descarta a muchos de los restantes como lastre inútil. Ha invadido y erosionado la integridad de las comunidades a través de su cultura global de masas de consumismo y despolitización.

Ha incrementado las desigualdades en riqueza y poder hasta niveles sin precedentes en la historia humana. Ha trabajado en estrecha alianza con una red de estados clientes serviles y corruptos, cuyas élites locales ejecutan la tarea de represión ahorrándole al centro el oprobio de la misma. Y ha puesto en marcha una red de organizaciones supraestatales bajo la supervisión general de los poderes occidentales y del superpoder Estados Unidos, para minar la autonomía de la periferia y atarla al endeudamiento, mientras mantiene un enorme aparato militar para asegurar la obediencia al centro capitalista.

Creemos que el actual sistema capitalista no puede regular, y mucho menos superar, las crisis que ha desatado. No puede resolver la crisis social y ecológica, porque hacerlo requiere poner límites a la acumulación -una opción inaceptable para un sistema cuya prédica se apoya en la divisa: ¡ crecer o morir ! Y no puede resolver la crisis planteada por el terror y otras formas de rebelión violenta porque hacerlo significaría abandonar la lógica imperial, lo que impondría límites inaceptables al crecimiento y a todo el "modo de vida" sostenido por el ejercicio del poder imperial. Su única opción restante es recurrir a la fuerza bruta, incrementando así la alienación y sembrando las semillas del terrorismo... y del antiterrorismo que lo sigue, evolucionando hacia una variante nueva y maligna de fascismo.

En suma, el sistema capitalista mundial está en una bancarrota histórica. Se ha convertido en un imperio incapaz de adaptarse, cuyo propio gigantismo deja al descubierto su debilidad subyacente. Es, en términos ecológicos, profundamente insustentable y debe ser cambiado de manera fundamental, y mejor aun, lo que pretendemos, reemplazado, si ha de existir un futuro digno de vivirse.

De este modo, regresa la categórica disyuntiva planteada una vez por Rosa Luxemburgo: ¡socialismo o barbarie!, en momentos en que el rostro de esta última refleja ahora el sello del siglo que empieza y asume el semblante de la ecocatástrofe, el terror-contraterror, y su degeneración fascista.

Pero, ¿por qué socialismo, por qué revivir esta palabra en apariencia destinada al basurero de la historia por los fracasos de sus interpretaciones del siglo XX?.
Por esta única razón: por muy golpeada e irrealizada que esté, la noción de socialismo aún sigue en pié para la superación del capital. Si el capital ha de ser vencido, tarea que ahora tiene carácter urgente para la supervivencia de la civilización misma, el resultado será por fuerza "socialista", porque ése es el término que significa el paso hacia una sociedad poscapitalista.

La torpeza en su aplicación pasada obliga a su reformulación desde la radicalidad democrática y la participación activa y fluida de los ciudadanos.

Si decimos que el capital es radicalmente insustentable y se fragmenta en la barbarie esbozada arriba, estamos diciendo también que necesitamos construir un "socialismo" capaz de superar las crisis que el capital ha venido desatando. Y si los "socialismos" del pasado fracasaron en hacerlo, entonces es nuestra obligación, al elegir no someternos a un destino bárbaro, luchar por uno que triunfe y aprender de los aspectos que fallaron en el pasado para no repetirlos y desmarcarse claramente de lo que el socialismo mal entendido significó.

Y tal como la barbarie ha cambiado de un modo que refleja el siglo transcurrido desde que Luxemburgo expresara su alternativa fatídica, así también el nombre y la realidad de "socialismo" deben hacerse adecuados para este tiempo.
Por estas razones escogimos llamar ecosocialismo a nuestra interpretación del "socialismo" y dedicarnos a su formulación desde el único ámbito de actuación de la democracia real y participativa.

¿ Por qué el ecosocialismo ? Vemos al ecosocialismo no como la negación sino como la realización de los socialismos "de primera época" del siglo XX, en el contexto de la crisis ecológica. Como aquéllos, éste se construye entendiendo el capital como trabajo objetivado, y se funda en el libre desarrollo de todos los productores o, en otras palabras, en el desmantelamiento de la separación de los productores respecto de los medios de producción. Entendemos que este objetivo no pudo ser realizado por los socialismos de primera época, por razones demasiado complejas de abordar aquí, excepto resumirlas en los diversos efectos del subdesarrollo en un contexto dominado por la hostilidad de los poderes capitalistas existentes. Esta coyuntura tuvo numerosos efectos nocivos en los socialismos existentes, principalmente la negación de la democracia y el pluralismo ideológico junto a la emulación del productivismo capitalista, lo que terminó por conducir al colapso de esas sociedades y a la ruina de sus ambientes naturales.

El ecosocialismo mantiene los objetivos emancipatorios del socialismo de primera época y rechaza tanto las metas reformistas, atenuadas, de los grupos y sectores de la socialdemocracia que no cuestiona el sistema actual económico, como las estructuras productivistas de las variantes burocráticas de socialismo. En cambio, insiste en redefinir tanto la vía como el objetivo de la producción socialista en un marco ecológico. Lo hace específicamente con respecto a los "límites del crecimiento" esenciales para la sustentabilidad de la sociedad. Estos se adoptan, sin embargo, no en el sentido de imponer escasez, privación y represión. El objetivo, por el contrario, consiste en una transformación de las necesidades y un cambio profundo hacia la dimensión cualitativa, alejándose de la cuantitativa. Desde el punto de vista de la producción de mercancías, esto se traduce en una valorización de los valores de uso por sobre los valores de cambio -un proyecto de vasto significado, que se funda en la actividad económica directa.

La generalización de la producción ecológica bajo condiciones socialistas puede proporcionar la base para superar las crisis actuales. Una sociedad de productores libremente asociados no se detiene en su propia democratización. Debe, por el contrario, insistir en la liberación de todos los seres como fundamento y propósito. Supera así el impulso imperialista, subjetiva y objetivamente. Al realizar tal objetivo, lucha por superar todas las formas de dominación, incluyendo en especial las de género y raza. Y supera las condiciones que dan origen a las distorsiones fundamentalistas y sus manifestaciones terroristas.

En suma, supone una sociedad mundial en un grado de armonía ecológica con la naturaleza impensable en las condiciones actuales. Una consecuencia práctica de estas tendencias se expresaría, por ejemplo, en la extinción de la dependencia en los combustibles fósiles consustancial al capitalismo industrial. Y esto a su vez puede proporcionar la base material para la liberación de los países oprimidos por el imperialismo del petróleo, mientras que permite la contención del calentamiento global, junto a otros problemas de la crisis ecológica.

Nadie puede leer estas propuestas sin pensar, primero, en cuántos problemas prácticos y teóricos generan, y segundo y más abrumadoramente, en lo lejanas que están con respecto a la configuración actual del mundo, en su anclaje institucional y en la forma en que se imprime en la conciencia. No necesitamos desarrollar estos puntos, que deberían ser instantáneamente reconocibles para todos. Pero quisiéramos insistir en que sean tomadas desde una perspectiva apropiada. Nuestro proyecto no consiste ni en delinear cada paso de esta vía ni en ceder ante el adversario debido a la preponderancia del poder que ostenta. Se trata, en cambio, de desarrollar la lógica de una transformación suficiente y necesaria del orden actual, y en empezar a desarrollar las etapas intermedias en dirección a este objetivo.

Lo hacemos para pensar con mayor profundidad en estas posibilidades y, al mismo tiempo, empezar el trabajo de diseñar junto a todos los que piensan parecido. Si algún mérito hay en estos argumentos, entonces debe ocurrir que pensamientos similares, y prácticas que realicen esos pensamientos, germinen coordinadamente en innumerables puntos alrededor del mundo.

El ecosocialismo será internacional, y universal, o no será. Las crisis de nuestro tiempo pueden –y deben- ser vistas como oportunidades revolucionarias, lo que es nuestra obligación afirmar y dar nacimiento.


Saludos desde el Vaticano y ahora ya tengo arreglada la fachada de mi palacio. A que ha quedado bien y la bendecido el mismisimo PAPA.