Hace unos días me encontré a un amigo. Vestía traje gris con marcada línea en el pantalón y se protegía del frío con un gabán de paño y un sombrero bogartiano. Por supuesto lucía corbata. He aquí un hombre como dios manda, me dije. Intercambiamos los saludos y buenos deseos indicados por la buena crianza y al llegar a casa me planté delante del espejo del vestíbulo. Vi un pantalón vaquero, un jersey mal colocado y unas greñas alborotadas. He aquí un chiquilicuatro, una cuasicosa más o menos antropomórfica. ¿Quiere decir esto que el hábito hace al monje? La respuesta obvia es que no, pero ¿y si fuese así?
Me arrellané en mi butaca y me dispuse a continuar la lectura de La romana, mas el contraste entre ambas imágenes bullía en mi cabeza y era incapaz de concentrarme en la lectura. Así que no me quedó otro remedio que reflexionar.
Salvo Santiago Carrillo que siempre lució traje y corbata en casi todas las circunstancias, los políticos de izquierdas tienden a guardarse la corbata en el bolsillo de la americana a la más mínima oportunidad. Mi admirado presidente ZP lleva el traje con la misma soltura que yo los zapatos de tacón de mi santa esposa, Felipe y Guerra ostentaron pana mientras pudieron.
El mayo del 68 y demás movimientos sociales y pseudointelectuales nos convencieron de que la corbata era el símbolo del opresor y el traje el mono de trabajo del capitalista. En el poder tenía que estar la imaginación y en el follar y fumar canutos residía la liberación de la humanidad.
De tanto fornifollar y aspirar malos humos comenzó la relativización de todo. Nació el cinismo ambiental.
Dejó de estar bien vista la fe, cualquier tipo de fe, la católica por supuesto, lo cual me parece estupendo porque la iglesia siempre tendió a obstruír el fornifolleteo y el goce en general de la vida, amén de bendecir santas cruzadas que llenaron de muertos las cunetas, y se puso en solfa cualquier principio.
Me arrellané en mi butaca y me dispuse a continuar la lectura de La romana, mas el contraste entre ambas imágenes bullía en mi cabeza y era incapaz de concentrarme en la lectura. Así que no me quedó otro remedio que reflexionar.
Salvo Santiago Carrillo que siempre lució traje y corbata en casi todas las circunstancias, los políticos de izquierdas tienden a guardarse la corbata en el bolsillo de la americana a la más mínima oportunidad. Mi admirado presidente ZP lleva el traje con la misma soltura que yo los zapatos de tacón de mi santa esposa, Felipe y Guerra ostentaron pana mientras pudieron.
El mayo del 68 y demás movimientos sociales y pseudointelectuales nos convencieron de que la corbata era el símbolo del opresor y el traje el mono de trabajo del capitalista. En el poder tenía que estar la imaginación y en el follar y fumar canutos residía la liberación de la humanidad.
De tanto fornifollar y aspirar malos humos comenzó la relativización de todo. Nació el cinismo ambiental.
Dejó de estar bien vista la fe, cualquier tipo de fe, la católica por supuesto, lo cual me parece estupendo porque la iglesia siempre tendió a obstruír el fornifolleteo y el goce en general de la vida, amén de bendecir santas cruzadas que llenaron de muertos las cunetas, y se puso en solfa cualquier principio.
Si eres progre por fuerza debes desterrar de tu vocabulario y de tu modus vivendi conceptos como autoridad, disciplina, cumplimiento del deber, responsabilidad, etc. Un progre no puede castigar (¡nefanda palabra!) a su hijo pues la represión ejercida podría llevar al inocente vástago a un impredecible desorden psíquico. Un progre no debe exigir a un electricista o fontanero que le arregle como mandan los cánones su instalación acuífera o eléctrica si no quiere ser considerado un carca represor. Un progre no puede decir que dedica muchas horas a su trabajo y que pretende hacerlo lo mejor posible si no quiere que lo tilden de estúpido y pringao.
Un progre no debe defender jamás la dictadura del proletariado, ya se ve para que sirvió la Unión Soviética, y menos asegurar que los políticos de izquierdas no deben enriquecerse jamás durante el ejercicio de sus funciones, a ver si uno por ser de izquierdas tiene que vivir en la miseria.
Como no existe ni lo blanco ni lo negro, lo rojo se ha vuelto rosa y hemos visto ministros socialistas con catorce cuartos de baño primorosamente alicatados por Porcelanosa, sindicalistas empresarias como la brillante Mª Jesús Paredes y la lucha de clases convertida en reyerta callejera entre los Latin Kings y los descerebrados de enfrente.
Por eso, el que esto suscribe, que sólo puso corbata en dos ocasiones, la boda de su mejor amigo y la propia, por juzgar que semejantes himeneos (un saludo a mi venerado Catulo) eran dignos del mayor de los sacrificios, estaría dispuesto a lucirla a diario, aunque fuese ceñida a la frente, con tal de que la izquierda sin volverse antigua se volviese austera, honrada, trabajadora, responsable, con espíritu de lucha y sacrificio, generosa y valiente, capaz de llamar al pan pan, al especulador ladrón y al que eclipsa los mares en su yate de 168 m. de eslora inmoral hideputa.
Y si el fontanero o electricista viniese cuando dice y arreglase lo estropeado, mucho mejor, hombre.
Lino Lagoa, para servirles a ustedes, desde la izquierda.
10 comentarios:
En la postguerra española un malévolo eslogan publicitario decía: “los rojos no llevan sombrero”. Por si acaso, ya de entrada, tranquilizo: no era cierto. Sólo hacia falta ver a los rojísimos miembros del Politburó soviético presidiendo los desfiles en la Plaza Roja de Moscú, santa santorum del izquierdismo internacional, con sus estupendos sombreros y gorros de astracán y marta cibelina. Está claro que al fabricante de sombreros eso le importaba poco. Podemos suponer que a él lo que le preocupaba era vender muchos sombreros.
Me asalta una pregunta: ¿porque pensaba el sombrerero de postguerra que los rojos –por lo menos los rojos españoles– no usaban sombreros? Poniéndonos en la mentalidad de un sombrerero medio de postguerra en España, es de suponer que sus esquemas mentales –si se prefiere, referentes discursivos (Michael Foucault) – no fuesen demasiado complejos o elaborados (otra cosa es que fuesen insidiosos). Dudo que fuese un asiduo lector de Camus, Sastre y compañía. El Mayo del 68, le quedaba muy, muy lejos…, y el altermundismo no digamos. Es decir no creo que tuviese en mente el elemento iconoclasta o rebelde que se ha asociado –a estas altura creo que se puede decir: falsamente – con la izquierda, o por lo menos con algún tipo de izquierda. No, no creo que nuestro buen sombrerero tuviese todo eso en mente. Yo creo que este señor se refería a algo mucho más obvio (y en la postguerra de una gran crueldad de fondo): los rojos eran pobres y no podían gastar sus pocos recursos en comprar un artículo, hasta cierto punto superfluo para la mayoría, como un sombrero. El sombrero era un artículo caro para la mayoría y por lo mismo aportaba clase y distinción al que lo llevaba.
En el tiempo del superconsumo, superofertas, supercréditos, y todo superpopular, estas cosas nos parecen de otro mundo, y lo son. Nos producen una sonrisa compasiva. Hoy, tener un sombrero, una corbata, un traje, etc., nos provoca, prácticamente, el mismo placer que tirar de la cisterna, y casi el mismo esfuerzo. Querer ver ahí un componente ideológico, y no digamos moral, me parece tan falso y ridículo como lo del sombrero, pero en sentido contrario.
Está fino Jonás, como casi siempre; ciertamente el articulista ironiza con acierto sobre los estigmas de cada condición política y el absurdo de estigmatizar. Por supuesto que izquierda y eficacia no son antagónicos, de hecho en la derecha hay el mismo número de incompetentes que en la izquierda, lo que ocurre es que sus errores se tapan mejor; mientras la izquierda se hace sangre con los incompetentes, que haberlos haylos, la derecha se los quita de enmedio ascendiéndolos. El ejemplo del artículo es acertado, se puede ser de izquierdas sin tener por qué ser compañeiro del fontanero que viene a casa a reparar, ni falta que hace, lo cual no quiere decir que uno sea de mejor ni de peor condición que el tal fontanero, uno simplemente es otro trabajador más y lo que en ese momento espera del fontanero es que haga bien su trabajo, no empatizar con la lucha de clases.
He oido hablar de vuestro Blog a un compañero y he sentido curiosidad por "ojearlo".
La verdad es que ha gustado saber que en esa Comunidad de Galicia tan alejada de donde yo vivo, y en concreto en la ciudad de La Coruña que tan impresionada me dejó cunado la conocí, haya un grupo de ciudadanos comprometidos que se aventuren a provocar el debate abierto en la red. Me parece una excelente idea, sobre todo pensando que en las municipales perdimos muchos votos y concejales del Psoe.
Os felicito por que esta iniciativa, para mi lo que denuncia es que "algo se tiene que mover en el Psoe de la ciudad". Y esto me parece bien.
La verdad es que he tardado más de una hora en leer los artículos y casi todos los comentarios.
Mi crítica: Excesivamente ilustrados. Lecciones de historia del pensamiento político con múltimples referencias de autor que a una mujer poco leida como yo causan, a veces sensación de ignorancia ¿dificilmente perdonable?. Pero hoy tengo un buen día y me lo perdono todo. Hasta mi ignorancia. Pero me gustaría entender las cosas con un leguaje y mensaje mas accesible al común de los mortales.
"La caida de las corbatas.." me ha encantado por todas las cosas que dice, por como lo dice y sobre todo por que me ha llegado a los poros de la piel. Enhorabuena a su autor. El mensaje llega y se entiende.
Ánimo y reitero mi felicitación a todos los que participais de estos foros.
Penso eu que Lino Lagoa quere falar de algo mais que de gravatas. Creio que cuestiona a moralidade desta sociedade. No fundo deste pensamento latexa uma forma relixiosa de entender a política.
Lémbrame esta formulaçao aos santos laicos, sobre tudo anarquistas, como Fermín Salvochea luitador pola revoluçao de 1868 e na revoluçao cantonalista que se viveu na Espanha en 1873.
Sem menosprezar a Fermín Salvochea, home puro onde os houber, lembro as verbas do grande Valle-Inclán respecto a este tipo de santóns, a través do sempre lúcido e mordaz Max Estrella, "Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de extrema izquierda. Acaso son nuevos cristianos pero todavía sin saberlo." Un abraço desde Porto
Os principios morais son muito importantes pois detrás de cada açao agáchase uma concepçao moral da realidade, mais creio moi perigoso formular a política en conceitos morais.
Comprendo o que quer dicer Lino e comparto a ideia do cinismo ambiental, pero ise non é o caminho da renovaçao da esquerda.
Perdoade os erros cometidos. O abraço suponse que ía ao final.Escusádeme a miña linguaxe e os muitos erros cometidos co galego. Moito obrigado.
Parece que el artículo de Lino Lagoa da lugar a interpretaciones equívocas. Yo estoy de acuerdo con él en que ojalá fuera tan fácil recuperar los principios perdidos como ponerse de nuevo (o empezar a ponerse) corbata y traje.
Uno que tiene cierta experiencia en el "fascinante" mundo de la moda, sabe que tan incierto es que el hábito hace al monje como que no lo hace. Vamos, que ambas cosas son verdades a medias.Como la vida misma. Me gusta más el axioma de "si no puedes ser elegante, sé extravagante". Creo que lo dijo Armani o algún cretino-copión similar. Y estoy seguro de que se lo copió a algún clásico grecolatino, de esos que ya lo dijeron casi todo, pero es que vivimos en la sociedad de la copia.
Pero este no es el tema del artículo. El tema son los principios. Habitamos una sociedad hiperconsumista. Esto quiere decir que es una sociedad hiperasquerosa. Que por un viaje a Tailandia para 2, aquí el que más y el que menos vende a su madre, sobre todo si no cocina bien.
Y para los hipersensibles a LA CRÍTICA, esto no es una crítica al gobierno. Es la constatación de que las desigualdades, la miseria, la marginación, se mantienen a escala global (porque supongo que admitiréis, hipersensibles, que los negritos, PERDÓN, personas de color, también tienen derecho a ser mileuristas) y, por tanto, deberían mantenerse los principios que surgieron como reacción contra esas circunstancias y, sin embargo, como dice Lino, en la mayor parte de los casos, se han perdido y han sido sustituidos por principios de diseño, principios light, principios líquidos como diría Bauman.
Sira: hemos empezado un poco ilustrados de más para que no nos entiendan los alérgicos a la crítica pero poco a poco iremos siendo más claritos. Especialmente con los que padecen de la alergia esa tan frecuente.
ZP reelección y enhorabuena a Lino Lagoa.
En línea con lo que dice Anisakis.
Los partidos políticos en un país democrático, en un estado de derecho, tienen que ser eso, democráticos. Pero como estudié a Kant en el BUP, digo tienen que ser; otra cosa es que lo sean al cien por cien. Pero, desde luego, tienen que intentar serlo. Y, esto, no porque lo diga yo, un militante, o lo digan un millón de ellos; tampoco porque lo diga la o el Secretario de Organización de turno; ni porque lo diga, en su caso, la Virgen del Rosario; lo tienen que ser porque lo dice la ley, el estado de derecho; vaya, aquél del que presumíamos como conquista de la izquierda, se acuerdan (vid. José María Ridao).
Por lo tanto, y aunque haya tenido éxito la metáfora militar: militante, batalla electoral, etc., un partido político no es un ejercito (ni siquiera de salvación), sus militantes no constituyen una brigada de infantería dispuesta a la voz del mando, una campaña electoral no es la guerra y los adversarios políticos son eso, adversarios, y no enemigos. Por eso el código de justicia militar sigue recogiendo el delito de traición, castigado hasta hace poco (reforma socialista) con el fusilamiento, pero no así el código penal. También, por eso, si se pierden (o se ganan) unas elecciones no se hacen prisioneros, ni se pasa a nadie por las armas (y mucho menos se roba a sus mujeres); simplemente se hace oposición, se preparan las próximas elecciones, y se espera convencer a los electores, qué es de lo que se trata.
Todo lo anterior lo digo, porque, aunque defensores de la “ortodoxia” los ha habido (algunos consiguieron la fama), los hay y, probablemente, los habrá siempre –incluso si me apuran y cada uno en su papel, hasta cierto nivel, reconozco que pueden ser necesarios– afortunadamente vivimos, como decía, en un estado de derecho.
Creo que era Hannah Arendt quién decía que el infierno está construido de buenas intenciones (perdón por la cita). Lo debía decir porque era mujer y judía.
Anisakis, ni caso…
Me ha gustado mucho el artículo.
Creo que es verdad, que los principios se han perdido en gran medida en este partido. Que debemos retomar el ideal de honradez de que una vez presidió la actividad del partido. Los coches oficiales deberían ser sustituidos por bicicletas, los sueldos deberían ser acordes con los principios, los discursos deberían sentirse, los cargos no deberían perpetuarse y todos deberíamos reflexionar desde la verdad sobre lo que es ser socialista.
Espero no haberme pasado. Soy casi nueva aquí y me exalto...pero es que el artículo me ha llegado.
Salud, compañeros
Me parece que el tópico de según se vista un hombre o una mujer es de derechas o de izquierdas, es algo que por fortuna se ha ido eliminando de nuestra sociedad. Son barreras, estereotipos que las personas solemos crear o poner. Tenemos por costumbre generalizar, encasillar a las personas en un cierto estatus, clase, ideología por como se visten, por donde viven, por los amigos o sitios que frecuentan etc… que craso error.
Por fortuna las desigualdades económicas, sociales se han ido recortando, gracias a los niveles de bienestar que ha conseguido nuestra sociedad (básicamente conseguidos por las acciones y medidas de gobiernos socialistas o progresistas). Por eso hoy podemos ver que aunque los sueldos y el poder adquisitivo de los trabajadores aun es muy mejorable, como decía, podemos ver como una persona progresista puede vestirse de una manera formal o informal según ella quiera y la ocasión. Hoy en día podemos ver como un trabajador y un progresista puede irse de vacaciones, como un progresistas, un trabajador un obrero en definitiva puede ir al cine, a cenar o a tomar unas copas. El hecho de si se pone traje y corbata, o se pone unos vaqueros, dependerá de si el momento lo requiere o no, se puede tener estilo, clase y gusto sin necesidad de haber nacido en cuna de rancio abolengo. Yo me quedaría con el dicho de aunque la mona se vista de seda mona se queda. Con esto quiero decir que el ser de izquierdas o de derechas va en como tengas vestida la cabeza, dependerá de tus ideas, de cómo te vistas por dentro y no por fuera. El vestirse por fuera es sólo una pantalla de cómo quieres que te vean los demás, que también es importante, pero lo verdaderamente importante es que no estés desnudo hacia dentro, en tu interior. Ser una persona cultivada, comprometida con los valores socialistas y lo mas importante creer en ellos y defenderlos. El ser de izquierdas, el ser progresista, el ser un socialista, no lo hace el tener un carné de militante, un verdadero socialista nace ya siendo socialista, y a lo largo de su años de crecimiento se da cuenta de lo que es, implica una forma y un estilo de vida distinto, un respeto, una tolerancia y una pelea constante en defensa de la igualdad, de la solidaridad y de la libertad de todas las personas. Si alguien siente eso y lleva trajes y corbatas es un socialista, si alguien no lo siente y lleva chaquetas de pana no es ni será un socialista.
Por cierto, me gustaría dejar una cosa clara, como comentario personal y sin ningún tipo de crítica ni acritud por mi parte, ni tampoco intención ninguna a boicotear las opiniones libres de cualquier participante del blog. Pero como en este espacio podemos expresar cada uno la nuestra, me gustaría dejar clara una cosa. Para todos aquellos que decís y pedís una renovación de la agrupación, y curiosamente no participáis ni residís en la ciudad, me podéis explicar en que no ha cambiado la agrupación por que yo os puedo decir en que ha cambiado. Ha cambiado, por que ahora hay procesos de participación, prueba de ello fue la elaboración del programa electoral por los compañeros/as militantes de la agrupación. Hay creados grupos de trabajo en algunas áreas o Secretarias. Se dan conferencias, cursos de formación, se participa en más actos en los procesos electorales. Todos los candidatos/as participan en la campaña dando mítines y en diferentes actos, etc… Cuando se hacia antes algo similar a esto. Hay trabajo y canales de participación abiertos, para todos/as aquellos/as que quieran trabajar y participar en su tiempo libre.
Un saludo socialista
Cierto que se pueden hacer cosas, Rubén, pero son cosas de cara a la galería ya que a la hora de cocer el guiso son los mismos cocineros desde hace 25 años y eso no es bueno. La historia funcionó mientras estuvo Paco Vázquez ya que su conexión con el electorado mayoritario fue fantástica al principio y buena al final, sin embargo actualmente hasta un PP anodino es capaz de hacer que los ciudadanos dejen de valorar al PSOE como lo han venido haciendo hasta ahora y ello es porque nos recuerdan como pasado, nos ven como presente, pero ya no nos ven como futuro. Cambiar algo para que nada cambie no es la mejor receta para el coruñés y así nos lo han dicho en las pasadas municipales.
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