DISCULPEN LAS MOLESTIAS

Desde tiempos de Aristóteles se afirma que la Naturaleza aborrece al vacío y parece que, bajo esta atávica tradición, los socialistas gallegos padecemos un persistente horror vacui a todo lo que suponga decidir. Por este motivo, nuestras decisiones parecen muchas veces dictadas por un guionista cuya única brújula fuese escribir renglones a tontas y a locas con tal de llenar las cuartillas y cubrir el expediente.

Quizás algo así le ocurrió a Touriño. Tras meses deshojando la margarita, se decidió por agotar la legislatura-desoyendo voces más sensatas-y entonces se dio cuenta que tenía que hacer una campaña…para entrar en campaña.

Pero una campaña electoral no se improvisa.

En Galicia, la cúpula dirigente del PSdG decidió delegar la campaña en una agencia de marketing. “Hay que dejarlo en manos de los que saben”, se dijeron a sí mismos, quizás porque ellos, anonadados por la crisis económica y por los daños colaterales de un concurso eólico que levantó huracanes en las dos patas del bipartito, no sabían muy bien por dónde tenía que ir la cosa.

Pero la política es una cosa demasiado seria para dejarlo todo en manos de los expertos en marketing. Y el marketing es una cosa demasiado seria para dejarlo todo en manos de políticos… aquejados de miopía aguda.

Digamos que el marketing funciona muy bien si los políticos poseen una cosa que se llama olfato político. El olfato político es lo que define el tono de una campaña electoral y los dirigentes del PSdG parece que carecen totalmente de olfato… y de vista.

El oído lo perdieron hace ya muchos años, pero ésa es otra historia.

Así que mientras los gallegos, igual que el resto de los españoles y europeos, se sumían en las honduras de una fuerte depresión, Touriño se convertía en “O Presidente”.

A un ciudadano gallego atribulado y temeroso le importa un bledo que Touriño se autodenomine O Presidente en mitad de la tormenta. No sólo Touriño era O Presidente sino que, además, era el Presidente de Todos. Como si el principal problema fuese que Galicia sufría una insondable fractura social y política. En los mítines, decía aquello de “os necesito”, que como todo el mundo sabe fue una cosa que no dijo ni se le ocurrió decir al capitán del Titanic instantes después de chocar con el iceberg.

Las mujeres y los niños primero es una consigna mucho más práctica.

¡Agora non podemos parar!, se desgañitaba en la campaña, pero lo único que parecía no poder parar eran las malas noticias económicas, pero alguien, un experto en marketing quizás, tan miope y carente de olfato como los dirigentes que estaban en campaña-que no podían o no sabían parar-, le había susurrado al oído: “la bicha (la crisis) ni la menciones…”

Y así se fraguó la campaña más disparatada de la que se tienen noticias por estos lares. Una campaña de disneylandias para situaciones y contextos infernales. Un presidente que “no iba contra nadie”, pero, ¡caramba!, que nos hubiese gustado mucho que dijera algo sobre la crisis, que iba a hacer algo contra la crisis, que iba a tomar alguna medida, no cien, sino alguna con cierta enjundia contra la crisis que nos tenía, nos tiene, a todos, acongojados.

Ni siquiera se les ocurrió que en épocas de crisis “el mensaje político” debe generar, en primer lugar, confianza. Y para generar confianza, lo primero que tiene que tener dicho mensaje es credibilidad.

-Pero, para eso, ¡hay que mencionar a la bicha!, grita el experto en comunicación.
-Pues claro, macho, es algo impepinable.

La crisis produjo un enorme tajo espacio-temporal: existe un antes y un después en la mente de los ciudadanos. El tajo era de tal magnitud que poco importaba lo realizado antes. Mensajes como el gobierno que creó más empleo que nunca, sonaban en medio de la crisis, como una tomadura de pelo o un chiste malo. Si no percibes la realidad (falta de olfato), si tienes problemas con la realidad (falta de vista), no tomes alucinógenos, ese es otro de los principios básicos de la comunicación política basada en el olfato.

El paso siguiente, una vez que has logrado introducir un mensaje creíble generador de confianza, es aspirar a que tu mensaje sea capaz de generar esperanza en la ciudadanía. Esto evidentemente es mucho más difícil, pero no imposible. Se trata de fijar dos o tres temas que sirvan para que la gente atisbe un futuro menos malo y vea que está al alcance de la mano. Esfuerzos y decisiones compartidas, promesas de un gobierno compacto y sólido, contar con un partido decidido y de vocación resolutiva de los problemas. Aquí es dónde se puede unir lo ya hecho con lo que queda por hacer, pero para eso era preciso haber hecho antes lo que no se hizo, que es lo que te da la base sobre la que sostener el discurso.

Al final, todo destilaba un aroma de:
“perdonen, hemos estado en el gobierno pero no era muestra intención” y una campaña electoral en la que nunca creyeron y sólo les faltó que nos dijeran:
-Estamos en campaña. Lo sentimos, perdonen las molestias.


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