Lakoff es un tío listo que supo explicar al gran público como nos condicionan las palabras y conceptos a la hora de comprender el mundo. Ahora sabemos que la realidad existe pero que sólo podemos entenderla con las palabras que tenemos a mano. Si al plantear un discurso o una campaña electoral, disparamos primero, tomamos la iniciativa y elegimos con cuidado los conceptos –el “marco de referencia”, le llama Lakoff-, obligamos al adversario a ceñirse a ellos, quedando preso en “nuestro mundo”, la única realidad posible habida cuenta esas palabras y ese marco.
Y te podrás preguntar, estimado lector, ¿a mí que me importa el tal Lakoff y sus puñeteros marcos? Toma. Ni a mí. Hasta que ves lo que hace el PP. Nos la metieron doblada con el Audi de Touriño, las sillas de lujo y las cristaleras palaciegas. Fausto, lujo, gasto incontrolado, derroche en tiempos de crisis, insolidaridad… ¡Toma marco! ¡Tres tazas!
Los expertos aconsejaron a Touriño no entrar al trapo, es decir, no aceptar el conjunto referencial de Feijó y pasar del tema como si no fuera con nosotros. Craso error: los votantes sólo hablaban del despilfarro y el PP, ya en ese momento, había ganado las elecciones.
¿Cómo nos deja esto? Parece que a Lakoff fuera de juego. Si entramos al trapo mal, pero si pasamos, leches, es peor. ¿De qué va este fulano? ¿Le paga el enemigo? Que se meta sus consejos por donde se empiezan los cestos…
No. Ojo al dato. Jamás aconsejó a nadie pasar de nada, y menos de los ataques del contrario, de sus conceptos y demás parafernalia. Lo que advirtió es que si no somos capaces de imponer nuestras significaciones, se imponen las del contrario. Comencemos por lanzar un mensaje a la sociedad potente, capaz de generalizarse por su sencillez, cercanía, importancia, autenticidad y fuerza motivadora, así ponemos al contrincante a chupar rueda. Si fracasamos, entonces, y sólo entonces, toma las ideas del adversario, dales la vuelta, revuélvete como un poseso y dales comenzando otro cesto con mensajes cortos, datos claros, concisos, agresivos. Sí, con sus mismas palabras. Peleas en terreno contrario, vale, pero peleas y no andas con tus ejércitos por los montes mientras saquean la ciudad.
Les salió bien, y ahora intentan la misma jugada. El Falcon de Zapatero. Menudo coñazo, tú. Hasta en la sopa. Los tíos son monotema y con un par se van y nos denuncian ante la Junta Electoral.
Y ahora me pregunto:
¿Hemos sido capaces de imponer nuestro marco?
¿De nuevo pasamos de su historia, tronco, que vamos sobraos?
¿O nos revolvemos como tigres –argumentos, hechos y datos nos sobran- y vamos a por ellos con sus propias armas?
¿Transformamos el halcón en un águila que te pasas o lo dejamos en gallina, pollo, huevo y cascarón “pegao” al culo?
¿Una de cal y otra de arena? ¿Con una mano les damos y con la otra también?
Pssss. Vete tú a saber, pero me huelo –intuyo, digo- que de esta los desplumamos, pues no en vano se advierte que la experiencia es madre de la ciencia y que en esta vida se aprende a base de hostias.
Carlos Raya
Nota: en las etiquetas os dejo un elegante marco conceptual...