Son la cúpula de la estructura viva que mantiene el Estado Vaticano en España y habida cuenta el número de ciudadanos que se declaran católicos y los pocos que lo practican no es que anden muy sobrados de fuerza social. De ahí llegan los problemas: Camino y sus correligionarios comprenden la realidad de una institución en total decadencia, incapaz a estas alturas de llenar las iglesias e incluso de mantener sacerdotes para atender los servicios en todas las parroquias. Lo que fueron y lo que son…
Ellos también saben que la sociedad ha cambiado, que los resortes que pulsaban para sostener y reproducir su poder ya no existen: la sociedad ahora es una sociedad mediática en que la conformación de la opinión pública se forja a partir de la actividad de unos media que dan cuartel a cualquier noticia que multiplique sus ventas. Y ahí están, generando noticias, intentando recuperar el protagonismo perdido. Necesitan estar en el candelero y a cualquier precio.
Pero todo tiene sus límites. Camino es un hombre enfermo de soberbia y prepotencia y se equivoca: la soberana estupidez de poner sobre la mesa la pena de excomunión a todos aquellos ciudadanos que apoyen la nueva Ley del Aborto se remata con la ocurrencia de exigir la rectificación urbi et orbi en caso de ser ciudadanos públicos: la presa elegida es el político católico socialista.
Muy torpe hay que ser para atacar a aquellos que nos apoyan en las filas contrarias precisamente porque no nos tengan por enemigos y recordemos que la alta jerarquía católica -estos que llevan la camisa azul debajo de la sotana- consideró siempre, y considera aún, a los socialistas enemigos de sus intereses. Entre estas personas públicas elegidas con frialdad y cálculo maquiavélico para arrastrar al auto sacramental, se encuentra el Presidente del Congreso, Sr. Bono. Es una víctima perfecta por dos razones: detenta uno de los papeles políticos más relevantes y es muy mediático.
No importa el contenido de la crítica, es mera justificación hipócrita y oportunista. Como el propio Bono advierte: "con el PP no tuvieron una actitud tan inquisitorial cuando mantuvieron una ley del aborto, la actual, más permisiva que la que está en tramitación". Ya, compañero Bono, ni de broma, se tragaron la ley en silencio, pues a la derecha sí la consideran amiga y cuando gobiernan no pueden montar el pollo mediático porque se quedarían solos.
El aborto les importa muy poco, de la misma forma que les importa muy poco que se mueran de hambre tres quintas partes de la población humana. ¿Alguien ha visto a estos fulanos salir a la calle a exigir el fin del hambre de una puñetera vez? No. Nunca. Ni una sola vez. Ellos aman el poder por encima de todas las cosas y su hipocresía es tan perversa que les lleva a estas contradicciones tan públicas como su sueño de protagonismo. Lo vemos todos porque ahora lo vemos todo: lo que se hace pero también lo que se huelga.
Es fácil concluir que ven perdido su imperio en España, ese poder sostenido sobre el terror a la hoguera y luego sobre el miedo al paredón. Retorcieron nuestra sociedad, mancillando nuestra libertad y humillándonos como a perros. Atacan de nuevo intentando fracturar, dividir, saliendo en los telediarios y poniendo a personas honradas en el brete de decidir lo que ellos no tienen derecho a preguntar.
¿Y que ocurrirá si de verdad se atreven a negar la comunión a Bono?
Que dios nos libre de la iglesia.
Ellos también saben que la sociedad ha cambiado, que los resortes que pulsaban para sostener y reproducir su poder ya no existen: la sociedad ahora es una sociedad mediática en que la conformación de la opinión pública se forja a partir de la actividad de unos media que dan cuartel a cualquier noticia que multiplique sus ventas. Y ahí están, generando noticias, intentando recuperar el protagonismo perdido. Necesitan estar en el candelero y a cualquier precio.
Pero todo tiene sus límites. Camino es un hombre enfermo de soberbia y prepotencia y se equivoca: la soberana estupidez de poner sobre la mesa la pena de excomunión a todos aquellos ciudadanos que apoyen la nueva Ley del Aborto se remata con la ocurrencia de exigir la rectificación urbi et orbi en caso de ser ciudadanos públicos: la presa elegida es el político católico socialista.
Muy torpe hay que ser para atacar a aquellos que nos apoyan en las filas contrarias precisamente porque no nos tengan por enemigos y recordemos que la alta jerarquía católica -estos que llevan la camisa azul debajo de la sotana- consideró siempre, y considera aún, a los socialistas enemigos de sus intereses. Entre estas personas públicas elegidas con frialdad y cálculo maquiavélico para arrastrar al auto sacramental, se encuentra el Presidente del Congreso, Sr. Bono. Es una víctima perfecta por dos razones: detenta uno de los papeles políticos más relevantes y es muy mediático.
No importa el contenido de la crítica, es mera justificación hipócrita y oportunista. Como el propio Bono advierte: "con el PP no tuvieron una actitud tan inquisitorial cuando mantuvieron una ley del aborto, la actual, más permisiva que la que está en tramitación". Ya, compañero Bono, ni de broma, se tragaron la ley en silencio, pues a la derecha sí la consideran amiga y cuando gobiernan no pueden montar el pollo mediático porque se quedarían solos.
El aborto les importa muy poco, de la misma forma que les importa muy poco que se mueran de hambre tres quintas partes de la población humana. ¿Alguien ha visto a estos fulanos salir a la calle a exigir el fin del hambre de una puñetera vez? No. Nunca. Ni una sola vez. Ellos aman el poder por encima de todas las cosas y su hipocresía es tan perversa que les lleva a estas contradicciones tan públicas como su sueño de protagonismo. Lo vemos todos porque ahora lo vemos todo: lo que se hace pero también lo que se huelga.
Es fácil concluir que ven perdido su imperio en España, ese poder sostenido sobre el terror a la hoguera y luego sobre el miedo al paredón. Retorcieron nuestra sociedad, mancillando nuestra libertad y humillándonos como a perros. Atacan de nuevo intentando fracturar, dividir, saliendo en los telediarios y poniendo a personas honradas en el brete de decidir lo que ellos no tienen derecho a preguntar.
¿Y que ocurrirá si de verdad se atreven a negar la comunión a Bono?
Que dios nos libre de la iglesia.
Carlos Raya