BALANCE DEL AÑO CONCLUIDO Y LOS RETOS DE UN 2010 QUE ACABA DE EMPEZAR

Terminado 2009 se puede decir que, en lo político (de la economía, hablaremos otro día), el año no será recordado precisamente por su brillantez, tanto en lo que se refiere a la resolución de los problemas ciudadanos como a la marcha general del país.

Termina el año con el Gobierno Zapatero desfondado, falto de reflejos, políticamente descoordinado y con una gestión que podría haber sido manifiestamente mejorable. Y el partido socialista, apoyo del Gobierno, tampoco ha dado muestras de mucho nervio y de haber salido, cuando la situación lo requería, en su ayuda para cubrir los agujeros generados por la labor gubernativa.

Es justo decir, en descargo del Gobierno, que los problemas a resolver son altamente complejos y, en muchos casos, a corto plazo irresolubles, pero aquí se echa en falta un poco más de visión estratégica, una necesaria y clara política de altura, no tan apegada a la coyuntura y, sobre todo, una imprescindible labor de equipo por parte de los ministros que no dejase tan solo ante las fieras al Presidente de Gobierno, señor J.L. Rodríguez Zapatero, como muchas veces ha ocurrido.

Claro que, se podría refutar, que estas cosas son típicas de las formas y los estilos “presidencialistas” y que en dicho pecado esta la penitencia de un tipo de liderazgo que no concuerda muy bien con estos tiempos, donde a la madurez de las sociedades habría que exigir ciertas cotas de equilibrio en los liderazgos, pero eso no es más que una muestra de la debilidad de una izquierda europea que no encuentra el espejo donde reflejar el verdadero perfil de su identidad y que, por tanto, prosigue en su busca desesperadamente recorriendo ciertos senderos en una especie de zigzag un poco mareante.

Desde una perspectiva socialdemócrata no deberíamos ser muy dados a ciertos regustos por los espejismos o a ciertas complacencias del ego que nos devuelven una figura más esbelta de la que en realidad tenemos, espejismo muchas veces provocado por la ramplonería y la cutrez de una oposición de derechas que uno no sabe si situar en el paleolítico inferior o un poquito antes de la formación de los planetas. Aunque nunca los males ajenos sirvieron para hacer más atractivos las propias deficiencias

Y es que uno de los problemas básicos de la izquierda socialdemócrata es esa permanente confusión partido-Gobierno, ese solapamiento entre las instituciones y la acción partidaria, que nos está llevando desde una bastante evidente cojera a la parálisis de la silla de ruedas donde el simple procurar unos pasos de baile sea del todo ya imposible.

Pues en lo que se refiere a ciertos problemas enquistados: el Estatut Catalá, la ordenación del territorio, la financiación autonómica, la visión política de Europa (dónde estás Internacional Socialista), la reforma del Estado de Bienestar o la reglamentación de la industria financiera, la pregunta sigue siendo aterradora: ¿Quo Vadis Partido Socialista?


Negrín