LA TORMENTA PERFECTA


El gran sociólogo Zygmunt Bauman radiografía y etiqueta los tiempos en los que nos ha tocado vivir mediante el concepto de modernidad líquida, que viene a ser un estado de cosas, ideas, emociones, identidades, éticas, empleos... totalmente inestable, difuso, sin demasiadas sujeciones y anclajes, en constante proceso de mudanza y evaporación hacia la nada.

El estrés, el desencanto con la clase política como agente transformador de la realidad, el individualismo, la intermitencia estructural en la carrera laboral, la impotencia ante fuerzas económicas que nos desbordan o el exceso de información y de consumo serían parte de los ingredientes determinantes a la hora de hablar de esa insatisfacción que -como un nuevo fantasma que recorre el mundo- se ha instalado en las entrañas de varias generaciones de seres humanos en los albores del siglo XXI.

Algunos han denominado a la escenificación pública de esta catarsis e implosión colectiva de estados de ánimo “La Tormenta Perfecta” que, entre otras cosas, ha evidenciado la distancia, el abismo, que media desde hace ya un tiempo entre alguna clase política y la gente de la calle, los sufridos ciudadanos, cada vez más distantes unos de otros, incapaces estos primeros de canalizar y representar adecuadamente las demandas de los nuevos habitantes de la aldea global y tecnológica que es hoy nuestro mundo.

No es por ello extraño que en esta amalgama social- en nuestro país- se encuentre una larga representación de gran parte del corpus social, desde Democracia Real Ya, Afectados por la Hipoteca, No les votes, Asociación de Desempleados hasta Plataforma por una fiscalidad justa o Coordinadoras de asambleas de trabajadores, etcétera, y que además esta tormenta perfecta y sus virus se hayan contagiado a muchas otras partes del planeta.

¿Qué se esconde, pues, detrás de la expresión ciudadana y sincrónica de este malestar colectivo?

- La desafección y el distanciamiento con una determinada clase política(sobre todo con la antigua izquierda transformadora y progresista) que se ha ido vaciando de contenido ideológico paulatinamente para abrazar la modernidad política líquida y pop de lo evanescente y vaporoso, de la forma sin fondo. Una izquierda que se ha ido burocratizando a marchas forzadas, difuminando a la vez su identidad más reformadora, sin que sirva ya de correa de transmisión para las demandas de un nutrido grupo de ciudadanos. Una evidente crisis de representatividad que afecta, sobre todo, a los canales políticos tradicionales de la izquierda.


- La superación de un modelo tradicional de hacer política, que está mostrando evidentes señales de estar en proceso de agotamiento y que necesita reformularse con nuevos ingredientes: más horizontalidad, más canales de interlocución, más democratización interna de los actores políticos, menos gestión aséptica y más compromiso...

- Cierto hartazgo con el individualismo imperante. La emergencia e imprevisibilidad de estas concentraciones colectivas, con ganas de hacer cosas en común, de converger y cohesionarse(aunque no sepan muy bien cómo) alrededor de unos objetivos y metas comunes.

- Una sana y necesaria representación de una ruptura generacional y mental con una generación que está dejando a los más jóvenes en un auténtico callejón sin salida laboral, sin apenas más expectativas de futuro que la insatisfacción producida por el consumo desaforado y la acumulación material. El cisma con una generación que no ha superado todavía las viejas fórmulas y que se ha aposentado sobre marcos ya envejecidos para languidecer allí cómodamente, dilapidando así todo pensamiento crítico y transformador sobre su realidad.

- La importancia fundamental de las nuevas tecnologías en la configuración del mundo que se avecina, que conlleva(en el ámbito político) inevitablemente un modelo de partidos más abiertos, flexibles, transparentes y con una profundización en la democratización de su dimensión y estructura orgánica.


- Un nuevo activismo, más allá de los canales de los partidos, que demanda más control sobre lo hasta ahora incontrolable: mercados, bancos, políticos, fiscalidad... y más presencia e influencia que la de ser meros electores entre dos o tres opciones cerradas cada cuatro años.

Tiene razón Bauman al reflexionar sobre el carácter emocional de esta protesta colectiva, que puede acabar siendo centrifugada por su propia naturaleza y por el sino de los tiempos líquidos en el que nos ha tocado existir, aunque lo que creo que no tendrá una fecha de caducidad concreta es la toma colectiva de conciencia de que es necesaria una ruptura- mental y ontológica- con ciertos parámetros anteriores, como tampoco caducará la llamada a reformular los canales de representación sociales y políticos, la necesidad de desplazar los viejos postulados y el orden global de un- ahora, ya mismo- viejo y obsoleto mundo confeccionado a base de viejas fórmulas que ya apenas aportan las soluciones demandadas.

Me da que esta insatisfacción colectiva es un reflejo de la sociedad- uno más del crisol y tan importante como todos los demás- y nos haríamos un flaco favor a todos si no hiciésemos la lectura adecuada de estas renovadas demandas de gran parte de los ciudadanos del siglo XXI y las integrásemos en nuestra praxis, perspectiva y filosofía cotidiana.

Así que considero personalmente que sería un gran error mirar ahora para otro lado, hacer como si no hubiese sucedido nada, pues le estaríamos dejando el camino libre y desbrozado a los de siempre, a esos cuya única aspiración es continuar medrando a través del malestar ajeno, prosperando gracias a la desesperación de los demás... siempre de los otros.

Saludos de Jim.



402 comentarios:

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Pablo Franco dijo...

Alfredo, como te decìa, ni los conozco a ellos ni a ti. De todos modos, tampoco es que yo conozca a mucha gente en el partido. Con mucho gusto le preguntaría a mar por esas personas cuando la vea pero.... Exactamente para qué?
Y otra pregunta. Me dices que le pregunte a Méndez. A quién te refieres? A Méndez Romeu o a Pedro Méndez? Si es a Pedro encantado. Un tio fantástico y que está solventando con cierto tino un marrón que te cagas en Protección Civil. Si es Méndez Romeu... Bueno, solo me ha saludado en una ocasión en su vida y ha sido hace bien poco. Preferiría no preguntarle por nadie.

En definitiva, Alfredo, creo que te equivocas en algo. Yo no soy de ninguna facción. Yo ni soy de Barcón ni de Moreda ni de nadie. En todo caso de Pablo Iglesias. Lo que no quita que en cada ocasión vote a quien creo que lo puede hacer mejor (en clave orgánica, me refiero) y lo hago con la libertad que me da el no buscar ninguna prebenda por parte de nadie. Deberías probarlo. Mola.
Es genial el poder meterte con quien te de la gana sin tener que pensar si es de los "tuyos" o de los "otros".
Y ahora, me permites tù una pregunta? Inés Rey apoya la campaña del obsesivo compulsivo de apellido de la burguesía del fuhrer? Por si no lo ha pillado alguien, Inés està de acuerdo con que la gente aquí pida que no se marque la casilla de Losada?. Me gustaría saberlo antes de votar el domingo.

Alcántara dijo...

Franco, siempre escaqueándote.

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