REGENERAR EL SOCIALISMO CORUÑÉS

El 22 de Mayo de 2011 concluyó de forma abrupta ( aunque en modo alguno inevitable) un largo período en el que la agrupación socialista coruñesa ha marcado una referencia en el socialismo español. Algunos veníamos denunciando desde hace tiempo ( sin éxito, hay que reconocerlo) las que, a nuestro juicio, han sido las causas de la derrota: un hiperliderazgo fallido, un partido reducido a ser una forma vacía de contenido y subordinado al día a día municipal y el agotamiento de los planteamientos políticos, sustituidos por la mera gestión de obras, confluyendo todo ello en un proceso de obsolescencia política que ha llevado al divorcio entre partido y sociedad. El socialismo coruñés tiene ahora que empezar a conquistar su futuro, lo que implica ingresar en la modernidad política, para lo cual propongo algunas bases.

Primera, la democracia interna, único mecanismo capaz de legitimar y dinamizar una organización política, así como su correlato, el reparto-distribución del poder orgánico; si la democracia es, como dicen los anglosajones, un sistema de checks and balances, resulta coherente, por ejemplo, que el Secretario General de un partido no sea el candidato a la alcaldía, porque partido y gobierno deben ser ámbitos distintos, aunque obviamente relacionados.

Segunda, la búsqueda del máximo consenso. En toda organización humana hay sensibilidades diferentes que dialogan o se confrontan; la concepción de la política, a la antigua, como un proceso de ganadores y perdedores, que puede sostenerse mientras el poder funciona como argamasa, tiene todo tipo de desventajas en una situación de alejamiento de ese mismo poder (M. Oakeshott, lo importante no es avanzar muy rápido ni avanzar muy lejos, sino avanzar todos juntos).

Tercera, la construcción de un discurso desde la oposición. En España nos hemos instalado en un proceso político perverso por el que toda oposición se limita a negar lo que plantea el respectivo gobierno sin proponer ninguna alternativa. En suma, la antipolítica, un marco de referencia que, por definición, beneficia a la derecha. Es necesario que un partido que aspira a transformar la sociedad, utilice los períodos de oposición para generar un programa, de forma sistemática y coherente. A este respecto, como orientación, no tengo dudas de que hay dos claves ausentes de la política municipal en los últimos años: la promoción económica (directamente inexistente) y el metropolitanismo (tal vez irrepetible la ocasión desperdiciada).

Cuarta, la apertura del partido a la sociedad, que pasa, entre otras muchas cosas, por el incremento del número de militantes, extremadamente pequeño en comparación con otras agrupaciones.

En definitiva, un poco de rock and roll para el socialismo coruñés, enrolarnos en esa ciudad-barco de la que hablan Xurxo Souto y Manolo Rivas, recuperar contacto con el alma de esa Coruña heterodoxa que fue, para Murguía, “centro y hogar de las ideas liberales en Galicia”, militar activamente en el bando de los Casares Quiroga, Salvador de Madariaga, Luis Seoane y Lois Pereiro y cortar amarras con la Coruña endomingada, la de los veraneos del Caudillo, ese lugar en el que, como cantaba Xoel López, “los jóvenes mueren antes de tiempo”.

Solamente si la agrupación socialista coruñesa opta por la vía de la regeneración podrá reencontrar la conexión con la sociedad coruñesa, recobrar la influencia dilapidada en el socialismo galaico y español y, a la postre, recuperar la alcaldía dentro de cuatro años volviendo a brindar sus servicios a la ciudadanía. Un empeño difícil en el que algunos y algunas tendrán que demostrar que son capaces de ser suficientemente humildes y sabios para dar un paso atrás permitiendo que otros se pongan a su lado y que todos seamos capaces de avanzar. Para ello será necesaria la generosidad y la responsabilidad de todos. No hace falta ni mencionar que, en orden a iniciar ese proceso, la actual ejecutiva debe dimitir.

Pablo Arangüena